domingo, 15 de mayo de 2016

Las Caperucitas no temen al Lobo Feroz



«Hay que moverse en manada, una mujer sola es una mujer; dos, un par de locas; tres, una tormenta; más de tres, el miedo en los ojos del lobo asustado».

Texto de Helena Torres, escritora, investigadora y bloguera, que sintetiza la importancia de la unión de las mujeres para la conquista y defensa de nuestros derechos



El cuento de Caperucita Roja es una fábula moralizadora, desde la visión patriarcalista, para que las niñas no vayan solas por los caminos, y se fíen más de los cazadores "buenos" que de su gusto por los animales "malos".




 Siendo los cazadores "buenos" los varones, salvadores de inválidas niñas y mujeres, que bajo el prisma patriarcal limitador, les van a evitar tener autonomía, poder de decisión, gusto por una sexualidad variada, incluyendo que otros seres le practiquen el cunnilingus, una de las pocas vías por las que las mujeres consiguen el inmenso placer del orgasmo.



 Y los animales "malos": otras mujeres o varones monstruosos que, a las “caperucitas intrépidas” les gusta porque les van a practicar sexo "canicular" / abrasivo / caliente (cunnilingus), que aparte de satisfacerla enormemente y llevarla al orgasmo tranquilizador, no las van a dejar embarazadas, y por tanto no les van a permitir “cumplir con su deber sagrado de dar hijos al mundo".



 Y no hay la menor duda de que el lobo que se quiere comer a Caperucita Roja aludiría al deseo de practicar cunnilingus. Lo evidencia su mismo nombre: Caperucita y elección del color: Roja. Manifiestamente se refiere al rojo capuchón / caperuza que cubre el sobresaliente clítoris femenino de la vulva roja y caliente, aunque aparente referirse a la vestimenta craneal.




 Y el lobo con su gran… ¿lengua, boca…? le quería comer … su caperucita… Ja, ja…





La más arcaica representación del cuento de Caperucita Roja es la escultura de Sacerdotisa huaxteca tocada con caperuza-sombrero-máscara en forma de vulva: con los labios menores unidos en el capuchón que cubre el sobresaliente clítoris, estando la cara en el lugar que correspondería al orificio vaginal.

 Pero me temo que la resolución del significado de este enigmático cuento, por mi parte ¡una feminista declarada!, no debe ser considerada demasiada correcta para los moralistas y patriarcalistas del siglo XXI que no soportan la visión feminista y que siguen velando como antaño para que las niñas no sean “pervertidas en su moral”. Y además daña demasiado el ego de los intelectuales de todas las tendencias que durante más de trescientos años han buscado la clave, y no la encontraron. Así que para ellos, mi simple resolución del enigma no puede ser acreditada, y por tanto no la divulgarán ni será bien acogida…..


 


 ¿Qué se puede esperar si han sido condicionados en una cultura que a pesar de ser laica, sigue concediendo credibilidad al Vaticano, llena de cardenales que se visten de “rojo” / de púrpura / de cárdeno, imitando y apropiándose del color de las vestiduras de antiguas Diosas y ¡de las Sacerdotisas Hieródulas y de las Cortesanas! y que marcan los días de fiesta “cristiana” en rojo como cosa propia, sin tributar homenaje a su origen “pagano”?

Ni el poder eclesiástico ni el poder patriarcal concederán nunca credibilidad a quienes les hacen la competencia: las mujeres feministas rebeldes, como yo, que les quieren hacer caer del pedestal y quieren que las nuevas generaciones de niñas disfruten libremente de su sexualidad: libre y ninfomaniaca, y hagan lo que les dé más gusto a sus caperucitas.


Francisca Martín-Cano Abreu “El perro / lobo de Caperucita Roja, símbolo de la sexualidad femenina libre y ninfomaniaca”