domingo, 29 de mayo de 2016

Alfonsina Storni. Poeta



Alfonsina Storni (Capriasca, Suiza, 29 de mayo de 1892  - Mar del Plata, Argentina, 25 de octubre de 1938) Poeta, escritora y feminista argentina .

Representante del  modernismo, Storni es una figura indispensable en la poesía latinoamericana de la primera mitad del siglo XX.

Alfonsina Storni emigró con sus padres a la Argentina cuando era una niña. Durante su infancia vivió en la provincia de San Juan, trabajando desde temprana edad para ayudar a sus padres.

Se graduó como maestra, ejerciendo el magisterio al mismo tiempo que se dedicaba al periodismo, usando el pseudónimo de Tao-Lao. Sus colaboraciones fueron publicadas en el diario La Nación de Buenos Aires, diversas revistas y algunos diarios americanos.

Intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores.






Su rebeldía contra la opresión de la mujer fue personal y política a través de su literatura y también de su activismo. Participó en la defensa del derecho al voto de la mujer argentina y en campañas a favor de la educación sexual en las escuelas. Mujer avanzada para su época, practicó el amor libre, tanto con hombres como con mujeres. Independiente, libre y pasional, dijo de sí misma: «me llamaron Alfonsina, que quiere decir dispuesta a todo».


Su poesía está impregnada de lucha, audacia, amor y una reivindicación del género femenino. Tanto por su vida como por su obra Alfonsina Storni es una autora de referencia para el feminismo. En sus libros abordó de forma directa y subversiva para la época temas como la sexualidad femenina, los roles de género y la subordinación al hombre.

Además, posee una originalidad que cambió el sentido de las letras de Latinoamérica. Hay quien divide su obra en dos partes: una de corte romántico, que trata el tema desde el punto de vista erótico y sensual y muestra resentimiento hacia la figura del varón, y una segunda etapa en la que deja de lado el erotismo y muestra el tema desde un punto de vista más abstracto y reflexivo.

La crítica literaria, por su parte, clasifica en tardorrománticos a los textos editados entre los años 1916 y 1925, y a partir de Ocre encuentra rasgos de vanguardismo y recursos como el antisoneto.





Sus composiciones reflejan, además, la enfermedad que padeció durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos


Su obra poética nace de su gran sensibilidad anímica y abarca desde el postmodernismo hasta una posición singular dentro de las corrientes vanguardistas de la época.

Nunca dio en sus poemas la sensación de naturaleza, ni tibieza de hogar, pero evocó mejor su ciudad, el tráfico de las calles, la monotonía de los altos edificios, los trenes, los parques urbanos. No obstante, la nota más persistente en ella es el amor, entendido casi siempre como una especie de furor, contrastante sentimiento romántico con notas irónicas, la dualidad entre el ser y el no ser.

En su obra también destaca la melancolía y la angustia, la búsqueda inexplicable de la soledad y la evasión de la realidad





Todos sus sentimientos los confiesa sin veladuras en siete libros. Los cuatro primeros: La inquietud del rosal  (1916), un libro de poesías donde expresaba sus deseos como mujer y describía su condición de madre soltera sin ningún tipo de complejo, se publicó en 1916, aunque nunca le pudo pagar la edición al impresor.

El dulce daño  (1918), Irremediablemente  (1919) y "Languidez" (1920), son íntimos y personales, mientras que los otros tres: "Ocre" (1925), que tardó cinco años en publicar reiterando la temática de la mujer;   "Mundo de siete pozos" (1936) y "Mascarilla y trébol" (1938), constituyen obras más reposadas y cerebrales, llenas de simbolismos y abstracciones.


Algunas de sus obras inéditas fueron publicadas en Buenos Aires, en el año 1960; tal es el caso de "Cinco Cartas y una golondrina" y "Poemas olvidados".

En 1938, aquejada de una enfermedad, entonces incurable, se suicidó, arrojándose al mar en la ciudad de Mar del Plata. Pocos días antes de su muerte escribió "Voy a dormir", poema que revela sus claros deseos de suicidio.

Alfonsina consideraba que el suicidio era una elección concedida por el libre albedrío, y así lo había expresado en un poema dedicado a su amigo y amante, el también poeta suicida Horacio Quiroga



Hay versiones románticas que dicen que se internó lentamente en el mar; algunas de esas versiones sirvieron para componer la canción «Alfonsina y el mar» se sabe que envió tres cartas: una a su hijo, Alejandro; otra a Gálvez, para que procurase que a su hijo no le faltase nada, y un poema de despedida al diario La Nación:

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...



Algunos  fragmentos de sus poemas:

"Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada".

"En las grandes mujeres reposó el universo.
Las consumió el amor, como el fuego al estaño,
a unas; reinas, otras sangraron su rebaño.
Beatriz y Lady Macbeth tienen genio diverso.

De algunas, en el mármol, queda el seno perverso.
Brillan las grandes madres de los grandes de antaño.
Y es la carne perfecta, dadivosa del daño.
Y son las exaltadas que entretejen el verso.

De los libros las tomo como de un escenario
fastuoso -¿Las envidias, corazón mercenario?
Son gloriosas y grandes, y eres
nada, te arguyo.

-Ay, rastreando en sus alas,
como en selvas las lobas,
a mirarlas de cerca me bajé a
sus alcobas
y oí un bostezo enorme que se

parece al tuyo".




"Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
Suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
Déjame saltar.

Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
Hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
Ni me entenderás.

Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
Ábreme la jaula que quiero escapar;
Hombre pequeñito, te amé media hora,
No me pidas más".


"Cada día que pasa, más dueña de mí misma,
sobre mí misma cierro mi mirada interior;
en medio de los seres la soledad me abisma.
Ya ni domino esclavos ni tolero señor.

Ahora van pasando mujeres a mi lado
cuyos ojos trascienden la divina ilusión.
El fácil paso llevan de un cuerpo aligerado:
se ve que poco o nada les pesa el corazón…