El éxito de
Mariquita fue arrollador aunque solo las hijas de la burguesía vencedora se lo
podían permitir. Su precio oscila entre las 85 y las 100 pesetas que viene a
ser lo que cobra un ciudadano medio por 10 días de trabajo.
Así pues, desde el
principio Mariquita Pérez quiere ser un fiel reflejo de la burguesía franquista
y nació con afán de distinguirse de "la chusma " que tenía como
referente a La Pepona una muñeca asequible para las clases populares.
Las distinciones son claras:
Mariquita
Pérez La Pepona
Creada por Leonor Coello,
de Portugal, que se asocia con Pilar Luca de Tena y el juguetero Onil ernabé
Molina
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El
inventor es Emilio Gil Moreno, de Murcia, fabricante de juguetes en los años
20 que pubicitaría sus muñecas como "Su majestad la Pepona"
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Peluca de cabello natural.
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Pelo pintado en la cabeza
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Cabeza de Porcelana
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Fabricación en
cartón-piedra.
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Los ojos estaban pintados y
no se movían. Pero tenía pestañas móviles Eran azules
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Los ojos eran más
grandes,”marrón vulgar”y estaban tambien pintados
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Brazos articulados
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Brazos articulados
difíciles de mover
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Fabricada en cartón-piedra
pintada al duco.
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Fabricación en
cartón-piedra.
Tenía un clavo en la
espalda que unía el traje con la muñeca
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Tenía ropa interior bajo la
falda.
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El traje era de tela de
mala calidad.
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Las Zapatillas
"Topolino" eran de esparto
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Los zapatos y los
calcetines estaban pintados sobre las piernas
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Precio: entre 85 y 100
pesetas
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Precio: 5 pesetas
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Se creo para las “niñas
bien”
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Era una muñeca “popular”
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Tenía nombre y apellido (largo
y compuesto). Su nombre era un diminutivo propio de las niñas “bien”
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Solo tenía nombre. Con un
peyorativo “La” delante y un aumentativo que la minusvaloraba
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Pronto
se dio a conocer a su familia, a través de cuentos, sus historias se recogían
en las Aventuras de Mariquita Pérez, escritas por Juan Cuentista, y de
medios de comunicación como la radio: Mariquita era hija de un valiente militar
andaluz, y no es gratuito que su nombre sea José Antonio y su apellido, Pérez
de la Escalera, un apellido compuesto, “comme il faut”para aportarle las
debidas resonancias de “hidalguía”. Su madre, una señora de la alta sociedad vasca,
se llamaba Marta Carvajal y Goicoechea. Su alcurnia y abolengo son idénticos a
los de doña Leonor su creadora.
Como
todas las “niñas bien” Mariquita estudiaba con las monjas en el Colegio de El
Sagrado Corazón de Madrid, junto a su amiga Mariví. Son las monjas quienes le
enseñan cuanto ha de saber una “señorita”.
Mariquita
veranea en la Costa Azul. No, ¡cuidado! No os equivoquéis, Mariquita no es
aliadófila, ¡ni mucho menos! Mariquita frecuenta las costas francesas cuando
Francia está regida por el gobierno de Vichy, un títere del Reich.
En
invierno Mariquita acostumbra a frecuentar las estaciones de esquí suizas con
el mismo donaire con el que toma el aperitivo en cualquier club de campo.
Informal
o de ceremonia mariquita tiene un “modelito” para cada ocasión. Su guardarropa
está formado por más de 100 vestidos y sus complementos. Son tantos los trapos
que tiene que los escaparates de las jugueterías donde se comercializa llegan a
convertirse en una suerte de tiendas de alta costura.
Las
niñas que no pertenecen a la burguesía, muchas ellas todavía de luto, sueñan
con Mariquita Pérez. Un juguete al alcance de muy pocas que se convierte
en símbolo de las desigualdades que existen en España en la época franquista. En
estas circunstancias, sólo La Pepona o las muñecas, hechas por sus propias
madres, de trapos viejos, se convierten en sus aliadas.
Inspirado en un texto de Javier
Memba “Todas sueñan con Mariquita Pérez”