Alice Sommer (Praga, 26 de noviembre de 1903 - Londres,
23 de febrero de 2014) Pianista judía, profesora de música, y supercentenaria
de Bohemia
Alice fue una
superviviente del campo de concentración de
Theresienstadt. Su madre y muchos de sus amigos ya habían desaparecido para
entonces, y pronto su marido sería enviado a Auschwitz y luego a Dachau, donde
acabaría muriendo.
Alice
Herz había nacido y se había criado en Praga, en el seno de una familia judía
acomodada, donde el amor por la cultura era patente, y donde no faltaban las
visitas de escritores y artistas como Gustav Mahler, Rainer Maria Rilke, Thomas
Mann, Stefan Zweig y Franz Kafka.
A
los cuatro años escuchó la «Segunda Sinfonía» de Mahler. Tal vez aquel día, 24
de noviembre de 1907, nació su pasión por la música, que a partir de entonces
sería su vida, como solista en diversas orquestas, hasta que en 1938 las
banderas y las botas nazis se enseñorearon de Praga.
Pronto,
su madre estaba camino del campo de concentración de Terezin. Cuando madre e
hija se despidieron, Alice sabía que no la volvería a ver con vida.
En julio del 43, la propia pianista, su marido
y su hijo también fueron enviados a Terezin, un campo que los nazis
consideraban especial, pues allá eran enviados «los artistas» para, según el
Führer, preservarlos de la guerra.
Sin
embargo, generalmente el campo era únicamente un lugar de paso camino de las
cámaras de gas de Auschwitz. Baste una cifra. De los 156.000 judíos que
estuvieron presos allí, apenas sobrevivieron 17.500. Entre más de 15.000 niños
internados, tanto solo sobrevivieron 93, entre ellos Rafi, hijo de Alice.
En
cualquier caso, a pesar del martirio y de las privaciones de todo tipo, a los
«artistas» se les permitía «actuar». Alice lo hizo, y no solo para los
alemanes. También consiguió tocar su piano ante los compañeros de presidio. Alice
sobrevivió en el campo aferrándose a la vida y a la música con toda su pasión
de artista que la salvaron de la muerte, mientras interpretaba al piano una
pieza tras otra
Después
de la liberación, y al ver como su casa de Praga había sido ocupada por unos
desconocidos, Alice y su familia partieron hacia Israel. Alice siguió actuando
pero solo localmente, mientras su hijo se convertía en un conocido chelista.
En
1986, con 83 años, Alice Herz-Sommer se marchó a Inglaterra para estar cerca de
Rafi. Con 109 años seguía paseando, interpretando música en casa,
diciéndose cada día que la vida es un milagro.
«Cada
día es un milagro. No importa lo malas que puedan ser las circunstancias, tengo
la libertad de elegir mi actitud de vida, incluso para encontrar dicha. El mal
no es nuevo. Depende de nosotros cómo tratemos con el bien y el mal. Nadie nos
puede quitar ese poder. La música me salvó la vida. La música es mi Dios».