..............................................y menos traviesas que los niños
No
todas….sólo algunas. Pero que estos estereotipos de género sigan estando
vigentes en la actualidad se debe a que con el tiempo estos patrones se han
asumido como si fueran normales.¿Y cómo se transmiten los estereotipos de
género?
Las
madres, los padres y las/os educadores/as son los principales transmisores de
valores y estereotipos de género.
La
familia transmite estereotipos de género por:
1.
Las expectativas de las madres y los
padres respecto al comportamiento de sus hijas e hijos. Desde que nacemos,
incluso desde que se prepara nuestro nacimiento, nos educan y socializan de
forma diferente dependiendo de nuestro sexo. Antes del nacimiento del bebé,
normalmente la familia ya está preparando una educación diferente si es niña y
si es niño. La habitación del bebé, el espacio para las primeras experiencias,
se dispone de manera muy distinta para una niña y para un niño.
-La
decoración: Si es niña, se utilizan el color rosa, los lazos, las flores, los
volantes... Si es niño, se utiliza el color azul, los animalitos y adornos más
serios.
-Los
juguetes: en la habitación de las niñas hay muñecas y juguetes domésticos
(cocinas...). En la habitación de los niños, hay coches, materiales educativos,
deportivos y animales.
Desde
que compramos el primer objeto de decoración estamos asignando al contenido de identidad
de género, estableciendo diferencias entre niño y niña, llevándonos a fomentar,
estimular y orientar a las niñas a las actividades domésticas y cuidados
asistenciales y a los niños hacia actividades profesionales o fuera de casa.
2.
La forma de tratar a las hijas e
hijos, de manera diferente si son niñas o niños. Cuando nace un bebé, dependiendo
si es niño o niña, desde ese momento, se pone en funcionamiento una serie de estereotipos
sociales ligados al sexo y que van a influir directamente en su interacción con
él.
De
esta forma es como padres y madres comienzan a relacionarse de forma diferente
con su hijo/a, se les valora cosas diferentes, el juego, el lenguaje que se
emplea y las expectativas hacia unos y otras son diferentes, dando
lugar
a una precoz adquisición de los papeles estereotipados de género que van a
condicionar la personalidad infantil, desarrollando capacidades, destrezas,
habilidades distintas para posibilitar la adecuación del hijo o hija a lo que
la sociedad espera según su sexo. Veamos algunas situaciones: Si la niña o el
niño está intranquilo
Si
es niña, se interpreta que está nerviosa y se la acuna para tranquilizarla. Si
es niño, se interpreta como deseo de jugar y se juega con él.
Posibles
consecuencias a largo plazo:
Niña
= Si se inquieta, tendemos a acunarla y la niña se muestra “pasiva”
Niño
= Si se inquieta, entonces decimos que el niño es más “activo”.
A
través del lenguaje, la madre y el padre transmiten las diferencias sociales en
función del sexo. Utilizan así diferentes expresiones tanto gestuales, por medio
de signos u orales. Todas tienen una referencia social.
A
la niña, se la llama “bonita”, “preciosa”... Generalmente se usan más
diminutivos, caricias y sonrisas que refuerzan la “conducta femenina”.
Al
niño, se le llama “tragoncete”, “gamberrote”, “machote”... Generalmente se le
habla menos que a las niñas, y se usan adjetivos que refuerzan la conducta
viril. Se juega más con ellos, se les acaricia menos, se les da palmaditas como
si fuera un amigote. Posibles consecuencias a largo plazo:
Niña
= Se le transmite que tiene más debilidad, inferioridad y está más capacitada
para el lenguaje, la comunicación y la expresión de sentimientos.
Niño
= Se le transmite que tiene más fuerza, superioridad, está menos capacitado
para la comunicación y es más capaz de controlar sus sentimientos.
En
cuanto a la forma de vestir también se diferencia. Si es niña, se le viste con
ropas y zapatos delicados, buscando lo decorativo. Si es niño, se le viste con
ropas y zapatos cómodos, buscando la funcionalidad. Posibles consecuencias a
largo plazo:
A
la niña se le transmite la idea de fragilidad y delicadeza. Se limitan sus
movimientos, dificultando su acceso a todo tipo de juegos y situaciones. Al
niño se le transmite la idea de fuerza y agilidad. Tiene más libertad de movimientos,
y puede practicar todos los juegos, correr, saltar, trepar...
3.
Las relaciones entre la madre y el padre.
¿Quién hace las tareas domésticas?. Si es la madre la que tiene que limpiar la
casa, hacer la comida y el padre no; el niño juega al fútbol con su padre. La
niña, tiene la obligación de limpiar y ordenar su habitación, ayudar a su madre
a cocinar e ir a comprar; el niño, no.
Posibles
consecuencias a largo plazo:
Niña
= Se le transmite la idea de que las mujeres deben cuidar del hogar y la familia
y aceptar el tener menos tiempo libre que los niños. Aprenden a dar más
importancia a la familia que a sus proyectos personales (trabajo,
formación...).
Niño
= Se le transmite la idea de que limpiar, cocinar, etc., es responsabilidad de
la mujer. Se le prepara para no compartir las tareas domésticas con su pareja y
para no valorar el trabajo del hogar.
Las
mujeres, tradicionalmente, asumen la responsabilidad del hogar, como las tareas
domésticas, el cuidado y la educación de las hijas e hijos y la asistencia y
atención a otros miembros de la familia. Por todo ello, carecen de tiempo para
ellas mismas y de la libertad de desarrollarse personal, profesional y
socialmente
El
juego también es un medio de adquisición
de estereotipos. El juego simbólico, característico en las niñas y niños de
edades comprendidas entre 3 y 6 años, juega un importante papel en esta
imitación de modelos. Los niños y niñas reproducen las escenas cotidianas de
comunicación y relación que viven a diario, reproduciéndose roles sociales que
las persones adultas desempeñan en la vida, dándose así un aprendizaje natural
y espontáneo de los roles impuestos a cada sexo. Observando los juegos
espontáneos de las niñas y niños, podemos ver que los contenidos de ellos
varían según los sexos. En la niña, se dan juegos más tranquilos y juguetes
menos variados (muñecas, juguetes domésticos...). En el niño, se dan juegos más
físicos, bruscos y juguetes más variados. Los niños preferirán jugar a guerras,
ser pilotos, bandidos, etc.., elegirán como compañeros de juego a los de su
mismo sexo, y si dejan intervenir a alguna niña, será victima de un rapto, y
los “valientes” compañeros la salvarán.
Posibles
consecuencias a largo plazo:
Niña=
Desarrolla sentimientos de fragilidad, debilidad, menores posibilidades de
explorar el mundo que la rodea. Sus juegos la preparan para su futuro papel de
madre y ama de casa.
Niño=
Desarrolla sentimientos de fuerza, posibilidades de explorar el mundo y la
sociedad. Sus juegos lo preparan para participar en la sociedad, en cualquier
actividad, profesión u oficio.
Otro
factor importante de influencia son los medios de comunicación. Como la
sociedad no está acostumbrada a educar en la igualdad, la publicidad, la
televisión, los folletos de las tiendas e hipermercados, etc., anuncian los
juguetes y la decoración en función del género, es decir, diferentes para las
niñas y para los niños. A través de anuncios y programas van transmitiendo
información de los papeles propios de cada sexo que los niños y niñas van
asimilando de forma inconsciente, llegándolos a integrar en sus comportamientos
como algo natural, más aún cuando los mensajes televisivos coinciden con
aquello que observan en sus padres, madres y en las demás personas que les
rodean.
También
sucede lo mismo con los cuentos tradicionales, cuyos personajes llevan una
carga de valores y actitudes muy esteriotipados: niños valientes, fuertes,
inteligentes, son presentados como héroes o salvadores; niñas miedosas,
hacendosas, buenas, obedientes, cariñosas, delicadas que tienen como premio al
héroe o príncipe “con cuyas cualidades hasta una pobre cenicienta puede llegar
a ser princesa”, niñas desobedientes, malas, traviesas, contestonas que siempre
acaban mal. En los cuentos aparecen todos los valores, actitudes, jerarquías y
creencias consideradas adecuadas para los niños y para las niñas. Vemos por
tanto, que los cuentos tradicionales han servido y siguen sirviendo para
transmitir y mantener los prejuicios sociales, al ser sus personajes modelos
que niños y niñas imitan
Más información:
http://fongdcam.org/manuales/genero/datos/docs/1_ARTICULOS_Y_DOCUMENTOS_DE_REFERENCIA/D_EDUCACION/Estereotipos_y_Coeducacion.pdf