miércoles, 14 de junio de 2023

Sor Ana de la Trinidad.Mística y poeta


 

Ana de Arellano y Navarra, más conocida como Sor Ana de la Trinidad (1577- 1613) Mística y poeta española.

 

Culminó como seglar su formación espiritual y humana en el Real Monasterio de Santa María de Herce, cisterciense de monjas bernardas, donde sintió la llamada al Carmelo.

 

Sin embargo, sus padres se opusieron a su deseo de ingresar en la orden carmelitana y por ello, después de diversos enfrentamientos, decidió huir al convento de Calahorra.

 

Las monjas de Calahorra, estando avisadas, enviaron personal a Herce para que la acompañaran en el viaje. En dicha huida resultó interceptada por el conde de Aguilar, Ramírez de Arellano, familiar suyo, que la encarceló junto a varios de sus colaboradores en Santo Domingo de la Calzada, aunque también pudo llevarla a casa de su padre a Alcanadre.

 

Ese mismo año, sus padres acabaron cediendo y pudo ingresar en el Carmelo de Calahorra a los 24 años.

 

De delicada salud, por un accidente sufrido de pequeña, Ana murió a los 36 años en su celda carmelita de Calahorra, habiendo encargado a una compañera suya, Isabel de Jesús, que quemara todos sus escritos. Para entonces, afortunadamente, su antigua Superiora, Cecilia del Nacimiento, había llevado consigo a Valladolid, donde había sido trasladada en 1610, 18 sonetos que la propia Ana le había entregado al despedirse en un cuadernillo de bolsillo y uno más que había conservado entre sus papeles.

 

 

En su reducida obra destaca la influencia, evidentemente, de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, sobre todo respecto a este último, con su Cántico espiritual es clara la semejanza en cuanto temas, estilo y tono lírico, además de la Biblia, su experiencia propia y la cultura popular.

 

Su empleo del soneto supone un hito en la literatura mística española pues ni Santa Teresa de Jesús ni San Juan de la Cruz recurrieron tanto a esta forma compositiva prefiriendo otras más fáciles de cantar, como la lira. Así, sor Ana parece retomar la tradición petrarquista. Pulcritud, expresividad, sensibilidad, sensualismo, dulzura caracterizan su poesía.

 

Además, en ella destaca la presencia constante del yo poético (habitualmente recogido en el último terceto) que expresa tanto su éxtasis divino como el sufrimiento de su existencia, así como la búsqueda de la soledad (quietismo) y el desprecio de la vida mundana.

 

Así, la de sor Ana de la Trinidad es una poesía puramente íntima (llega a incluir datos autobiográficos, algo extraordinario para la poesía mística de su tiempo) que refleja el vivir desviviéndose teresiano, el desasosiego existencial del ser humano que busca lo divino, el desgarro de la lucha entre lo divino (real, espiritual, amado; habitualmente recogido en el primer cuarteto) y lo humano (aparente, carnal, odiado; segundo cuarteto) mediante antítesis, oposiciones y paradojas.

 

Por otra parte, sus sonetos, también son muestra del pensamiento teresiano que defiende la contemplación tranquila y el abrirse a Dios (cuyo encuentro se busca y ansía) en la oración callada propios de la vía iluminativa, igualmente son una oda a la humildad vencedora de la soberbia.

 

Es algo también original que la propia lengua sea un tema de sus sonetos (función metalingüística) para poder así meditar sobre lo inefable, lo misterioso, sobre la insuficiencia de la lengua humana para hablar de lo divino intentando descifrar lo desconocido. Asimismo es algo inusual que sor Ana nombre directamente al amado (Jesús) en repetidas ocasiones, mientras que los poetas místicos tendían a silenciarlo.

 

Sus poemas presentan un lenguaje veloz y enfático aunque condensado, enigmático, culterano, abstracto y conceptual. Recurre a la repetición, a la aliteración, al epíteto amplificador, a las exclamaciones e interrogaciones retóricas.

 

Finalmente, en su poesía podemos encontrar todos los tópicos literarios de la mística, probablemente más que en Santa Teresa de Jesús.