jueves, 5 de junio de 2014

Todo lo que le ocurra a la Tierra, le ocurrirá a los hijos/as de la Tierra




“¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotras una idea extraña. Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?

Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja. 

Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la MADRE del  piel roja. Somos parte de la Tierra y ella es parte de nosotros/as. 

Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos/as. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el ser humano, todos pertenecen a la misma familia.(….). Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados/as. 

Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños/as que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasadas (…). Para el hombre blanco la tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. 

Trata a su madre, a la tierra, a su hermana y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la Tierra, dejando atrás solamente un desierto.(….) 

Enseñen a sus niños/as lo que enseñamos a las nuestras, que la Tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos/as de la tierra. La Tierra no pertenece a las personas, son las personas   las que pertenecen a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas las cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo”.

(Fragmentos de la "Carta del indio Seattle")