martes, 7 de febrero de 2012

Declaración de Séneca Falls. El inicio del Feminismo estadounidense


 Lucretia Mott

                                                                      Elizabeth Cady Stanton.            




La Declaración de Séneca Falls (1848, estado de Nueva York), también llamada”La Declaración de Sentimientos” es considerada como el momento fundacional del feminismo estadounidense. La participación de las mujeres en la lucha por la abolición de la esclavitud les hizo darse cuenta de que ellas mismas estaban también sometidas. La Declaración fue firmada por 68 mujeres y 32 hombres  siendo Lucrecia Motti y Elizabeth Cady Stanton quienes la promovieron. En ella se pedía igualdad de propiedad, de salario en el trabajo, de derecho en la custodia de los hijos, derecho de hacer contratos, de llevar a alguien a los tribunales y de ser llevada (comparecía el marido en sustitución de la mujer), de prestar testimonio y de votar. Un punto importante en la declaración es la aplicación del principio de legitimidad política, algunas de las presentes hicieron suyo el principio de "no taxation without representation", heredado de la revolución americana, que animaba a no pagar impuestos mientras que las mujeres no pudiesen votar. La declaración de sentimientos es la primera acción colectiva organizada de mujeres a favor  de los derechos de las mujeres. A la convención de Seneca Falls le van a seguir una serie de reuniones con el mismo propósito  en Rochester (1948), Akron (1851) y Worcester (1851)



Declaración de Seneca Falls (1848)

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La "Declaración de Seneca Falls" es un documento basado en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en el que denunciaban las restricciones, sobre todo políticas, a las que estaban sometidas las mujeres: no poder votar, ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos, ni afiliarse a organizaciones políticas o asistir a reuniones políticas.

CONSIDERANDO:

Que está convenido que el gran precepto de la naturaleza es que "el hombre ha de perseguir su verdadera y sustancial felicidad". Blackstone en sus Comentarios (1) señala que puesto que esta Ley de la naturaleza es coetánea con la humanidad y fue dictada por Dios, tiene evidentemente primacía sobre cualquier otra. Es obligatoria en toda la tierra, en todos los países y en todos los tiempos; ninguna ley humana tiene valor si la contradice, y aquellas que son válidas derivan toda su fuerza, todo su valor y toda su autoridad mediata e inmediatamente de ella; en consecuencia:
DECIDIMOS:
Que todas aquellas leyes que sean conflictivas en alguna manera con la verdadera y sustancial felicidad de la mujer, son contrarias al gran precepto de la naturaleza y no tienen validez, pues este precepto tiene primacía sobre cualquier otro.
Que todas las leyes que impidan que la mujer ocupe en la sociedad la posición que su conciencia le dicte, o que la sitúen en una posición inferior a la del hombre, son contrarias al gran precepto de la naturaleza y, por lo tanto, no tienen ni fuerza ni autoridad.
Que la mujer es igual al hombre - que así lo pretendió el Creador- y que por el bien de la raza humana exige que sea reconocida como tal.
Que las mujeres de este país deben ser informadas en cuanto a las leyes bajo la cuales viven, que no deben seguir proclamando su degradación, declarándose satisfechas con su actual situación ni su ignorancia, aseverando que tienen todos los derechos que desean.
Que puesto que el hombre pretende ser superior intelectualmente y admite que la mujer lo es moralmente, es preeminente deber suyo animarla a que hable y predique en todas las reuniones religiosas.
Que la misma proporción de virtud, delicadeza y refinamiento en el comportamiento que se exige a la mujer en la sociedad, sea exigido al hombre, y las mismas infracciones sean juzgadas con igual severidad, tanto en el hombre como en la mujer.
Que la acusación de falta de delicadeza y de decoro con que con tanta frecuencia se inculpa a la mujer cuando dirige la palabra en público, proviene, y con muy mala intención, de los que con su asistencia fomentan su aparición en los escenarios, en los conciertos y en los circos.
Que la mujer se ha mantenido satisfecha durante demasiado tiempo dentro de unos límites determinados que unas costumbres corrompidas y una tergiversada interpretación de las Sagradas Escrituras han señalado para ella, y que ya es hora de que se mueva en el medio más amplio que el Creador le ha asignado

Que es deber de las mujeres de este país asegurarse el sagrado derecho del voto.
Que la igualdad de los derechos humanos es consecuencia del hecho de que toda la raza humana es idéntica en cuanto a capacidad y responsabilidad.
Que habiendo sido investida por el Creador con los mismos dones y con la misma conciencia de responsabilidad para ejercerlos, está demostrado que la mujer, lo mismo que el hombre, tiene el deber y el derecho de promover toda causa justa por todos los medios justos; y en lo que se refiere a los grandes temas religiosos y morales, resulta muy en especial evidente su derecho a impartir con su hermano sus enseñanzas, tanto en público como en privado, por escrito o de palabra, o a través de cualquier medio adecuado, en cualquiera asamblea que valga la pena celebrar; y por ser esto una verdad evidente que emana de los principios de implantación divina de la naturaleza humana, cualquier costumbre o imposición que le sea adversa, tanto si es moderna como si lleva la sanción canosa de la antigüedad, debe ser considerada como una evidente falsedad y en contra de la humanidad.
Que la rapidez y el éxito de nuestra causa depende del celo y de los esfuerzos, tanto de los hombres como de las mujeres, para derribar el monopolio de los púlpitos y para conseguir que la mujer participe equitativamente en los diferentes oficios, profesiones y negocios.                                      

2 comentarios:

  1. No conocía esta información,nunca había oído hablar de ella.

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    1. Que la misma proporción de virtud, delicadeza y refinamiento en el comportamiento que se exige a la mujer en la sociedad, sea exigido al hombre..todavía andamos en esas..

      ¡y ha llovido desde 1848!

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