Aisholpan
Nurgaiv, tenía 13 años cuando se convirtió en la primera cazadora de águilas de
Mongolia, desafiando las tradiciones y superando las barreras de
género para convertirse en una cazadora de águilas. Tras doce generaciones de su familia kazaja, todas
ellas masculinas, en dicha tradición Aisholpan se convirtió en la primera mujer
que desempeña esta profesión. De esta manera continuará una tradición que se
transmite desde hace siglos de padres a hijos.
Hasta
entonces, nunca antes a una mujer se le había permitido formar parte de esta
tradición milenaria pues, según los ancianos de esta tribu, “las mujeres no
están capacitadas para entrenar a un águila, ya que no tienen la fuerza ni la
pericia necesarias”. La pequeña ha demostrado que se equivocan.
La
niña lleva en la sangre la habilidad para manejar un ave tan poderosa y
salvaje, que puede superar los dos metros de envergadura y pesar hasta siete
kilos. Son nada menos que doce las generaciones de su familia, todas ellas
masculinas, que se han dedicado a la profesión.
Aisholpan
se convertía en un nuevo icono feminista sin proponérselo.
“Cuando
tenía diez años, después de ver a mi padre, yo ya estaba segura de que quería
ser una cazadora de águilas”. A pesar de lo inaudito de la situación, los
padres siempre animaron a Aisholpan, pues desde el primer momento vieron el
vínculo de la pequeña con el ave y no dudaron en entrenarla. Sin embargo, no
despierta las mismas simpatías entre los cazadores veteranos, algunos de los
cuales aseguran sentirse ofendidos.
La
joven, que recientemente ha cumplido los quince años, lleva más de dos
sobreviviendo a climas de 50 grados en las montañas, deambulando por los
terrenos más desolados de Mongolia y montando a caballo mientras carga en su
hombro al pesado animal.
Su
historia llamó la atención al cineasta Otto Bell. “Estaba sentado en mi
escritorio y me topé con un ensayo fotográfico de Aisholpan con el ave de su
padre, que había captado un fotógrafo israelí llamado Asher Svidensky”
Tras
ver el poderío y fortaleza que la pequeña desprendía con el animal, a Bell se
le ocurrió que podría ser la protagonista de una de sus cintas. Tan rápido como
pudo, puso rumbo a las montañas de Altaide Mongolia, una de las regiones más
remotas del mundo y donde viven los pastores nómadas de la etnia de los kazajos
(una de las más importantes de Kazajstán). Nacía así el documental The Eagle
Huntress, (La Cazadora de Águilas).
El
filme se centró en los meses de entrenamiento de Aisholpan de cara al gran
Festival de Águila de Oro, un concurso al que nunca antes había participado una
mujer y que es “la gran cita” anual para 70 practicantes de esta modalidad de
caza tradicional.
Su
historia y fuerza de voluntad le han valido para ganar una beca para acudir a
una de las mejores escuelas de su país. Además, el cineasta ha anunciado que
los fondos obtenidos gracias a la película le permitirán prepararse para ser lo
que ella siempre quiso ser: cirujana.
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