Desde los inicios del movimiento y de la teoría feminista el cuerpo ha sido un campo de batalla. El cuerpo es la estructura material, física, que permite a los individuos vivir y experimentar el mundo y particularmente la sexualidad. Por ello, el cuerpo de las mujeres ha sido objeto de control y dominio por parte del patriarcado, de los adalidades del moralismo y también de la sociedad consumista y sexista que enaltece determinados cuerpos en la publicidad en detrimento de la realidad de la mayoría.
En los años sesenta, bajo el nacionalcatolicismo franquista, las artistas españolas se enfrentaban a la imposibilidad de mostrar abiertamente el cuerpo por miedo a las prohibiciones y la censura. Con la llegada de la democracia los corsés fueron cayendo poco a poco. A lo largo de los noventa se multiplican las lecturas: se representa (y se cuestiona) el cuerpo prostituido para regocijo exclusivo masculino; se habla de la menstruación con sentido del humor; emergen las primeras imágenes de cuerpos lésbicos que se enseñan con mayor libertad; y se plantea la necesidad fundamental de que las mujeres ocupen con sus cuerpos y su presencia espacios públicos antes vetados.
Fuente: Genealogías feministas en el arte español: 1960-2010