sábado, 22 de febrero de 2014

EstereoTIPAS :Las niñas son más obedientes, cariñosas, delicadas ......


..............................................y menos traviesas que los niños 


No todas….sólo algunas. Pero que estos estereotipos de género sigan estando vigentes en la actualidad se debe a que con el tiempo estos patrones se han asumido como si fueran normales.¿Y cómo se transmiten los estereotipos de género?  
 


Las madres, los padres y las/os educadores/as son los principales transmisores de valores y estereotipos de género.
La familia transmite estereotipos de género por:
1. Las expectativas de las madres y los padres respecto al comportamiento de sus hijas e hijos. Desde que nacemos, incluso desde que se prepara nuestro nacimiento, nos educan y socializan de forma diferente dependiendo de nuestro sexo. Antes del nacimiento del bebé, normalmente la familia ya está preparando una educación diferente si es niña y si es niño. La habitación del bebé, el espacio para las primeras experiencias, se dispone de manera muy distinta para una niña y para un niño.
-La decoración: Si es niña, se utilizan el color rosa, los lazos, las flores, los volantes... Si es niño, se utiliza el color azul, los animalitos y adornos más serios.
-Los juguetes: en la habitación de las niñas hay muñecas y juguetes domésticos (cocinas...). En la habitación de los niños, hay coches, materiales educativos, deportivos y animales.
Desde que compramos el primer objeto de decoración estamos asignando al contenido de identidad de género, estableciendo diferencias entre niño y niña, llevándonos a fomentar, estimular y orientar a las niñas a las actividades domésticas y cuidados asistenciales y a los niños hacia actividades profesionales o fuera de casa.









2. La forma de tratar a las hijas e hijos, de manera diferente si son niñas o niños. Cuando nace un bebé, dependiendo si es niño o niña, desde ese momento, se pone en funcionamiento una serie de estereotipos sociales ligados al sexo y que van a influir directamente en su interacción con él.
De esta forma es como padres y madres comienzan a relacionarse de forma diferente con su hijo/a, se les valora cosas diferentes, el juego, el lenguaje que se emplea y las expectativas hacia unos y otras son diferentes, dando
lugar a una precoz adquisición de los papeles estereotipados de género que van a condicionar la personalidad infantil, desarrollando capacidades, destrezas, habilidades distintas para posibilitar la adecuación del hijo o hija a lo que la sociedad espera según su sexo. Veamos algunas situaciones: Si la niña o el niño está intranquilo
Si es niña, se interpreta que está nerviosa y se la acuna para tranquilizarla. Si es niño, se interpreta como deseo de jugar y se juega con él.
Posibles consecuencias a largo plazo:
Niña = Si se inquieta, tendemos a acunarla y la niña se muestra “pasiva”
Niño = Si se inquieta, entonces decimos que el niño es más “activo”.







A través del lenguaje, la madre y el padre transmiten las diferencias sociales en función del sexo. Utilizan así diferentes expresiones tanto gestuales, por medio de signos u orales. Todas tienen una referencia social.
A la niña, se la llama “bonita”, “preciosa”... Generalmente se usan más diminutivos, caricias y sonrisas que refuerzan la “conducta femenina”.
Al niño, se le llama “tragoncete”, “gamberrote”, “machote”... Generalmente se le habla menos que a las niñas, y se usan adjetivos que refuerzan la conducta viril. Se juega más con ellos, se les acaricia menos, se les da palmaditas como si fuera un amigote. Posibles consecuencias a largo plazo:
Niña = Se le transmite que tiene más debilidad, inferioridad y está más capacitada para el lenguaje, la comunicación y la expresión de sentimientos.
Niño = Se le transmite que tiene más fuerza, superioridad, está menos capacitado para la comunicación y es más capaz de controlar sus sentimientos.



En cuanto a la forma de vestir también se diferencia. Si es niña, se le viste con ropas y zapatos delicados, buscando lo decorativo. Si es niño, se le viste con ropas y zapatos cómodos, buscando la funcionalidad. Posibles consecuencias a largo plazo:
A la niña se le transmite la idea de fragilidad y delicadeza. Se limitan sus movimientos, dificultando su acceso a todo tipo de juegos y situaciones. Al niño se le transmite la idea de fuerza y agilidad. Tiene más libertad de movimientos, y puede practicar todos los juegos, correr, saltar, trepar...





3. Las relaciones entre la madre y el padre. ¿Quién hace las tareas domésticas?. Si es la madre la que tiene que limpiar la casa, hacer la comida y el padre no; el niño juega al fútbol con su padre. La niña, tiene la obligación de limpiar y ordenar su habitación, ayudar a su madre a cocinar e ir a comprar; el niño, no.
Posibles consecuencias a largo plazo:
Niña = Se le transmite la idea de que las mujeres deben cuidar del hogar y la familia y aceptar el tener menos tiempo libre que los niños. Aprenden a dar más importancia a la familia que a sus proyectos personales (trabajo, formación...).
Niño = Se le transmite la idea de que limpiar, cocinar, etc., es responsabilidad de la mujer. Se le prepara para no compartir las tareas domésticas con su pareja y para no valorar el trabajo del hogar.
Las mujeres, tradicionalmente, asumen la responsabilidad del hogar, como las tareas domésticas, el cuidado y la educación de las hijas e hijos y la asistencia y atención a otros miembros de la familia. Por todo ello, carecen de tiempo para ellas mismas y de la libertad de desarrollarse personal, profesional y socialmente



El juego también es un  medio de adquisición de estereotipos. El juego simbólico, característico en las niñas y niños de edades comprendidas entre 3 y 6 años, juega un importante papel en esta imitación de modelos. Los niños y niñas reproducen las escenas cotidianas de comunicación y relación que viven a diario, reproduciéndose roles sociales que las persones adultas desempeñan en la vida, dándose así un aprendizaje natural y espontáneo de los roles impuestos a cada sexo. Observando los juegos espontáneos de las niñas y niños, podemos ver que los contenidos de ellos varían según los sexos. En la niña, se dan juegos más tranquilos y juguetes menos variados (muñecas, juguetes domésticos...). En el niño, se dan juegos más físicos, bruscos y juguetes más variados. Los niños preferirán jugar a guerras, ser pilotos, bandidos, etc.., elegirán como compañeros de juego a los de su mismo sexo, y si dejan intervenir a alguna niña, será victima de un rapto, y los “valientes” compañeros la salvarán.
Posibles consecuencias a largo plazo:
Niña= Desarrolla sentimientos de fragilidad, debilidad, menores posibilidades de explorar el mundo que la rodea. Sus juegos la preparan para su futuro papel de madre y ama de casa.
Niño= Desarrolla sentimientos de fuerza, posibilidades de explorar el mundo y la sociedad. Sus juegos lo preparan para participar en la sociedad, en cualquier actividad, profesión u oficio.








Otro factor importante de influencia son los medios de comunicación. Como la sociedad no está acostumbrada a educar en la igualdad, la publicidad, la televisión, los folletos de las tiendas e hipermercados, etc., anuncian los juguetes y la decoración en función del género, es decir, diferentes para las niñas y para los niños. A través de anuncios y programas van transmitiendo información de los papeles propios de cada sexo que los niños y niñas van asimilando de forma inconsciente, llegándolos a integrar en sus comportamientos como algo natural, más aún cuando los mensajes televisivos coinciden con aquello que observan en sus padres, madres y en las demás personas que les rodean. 







También sucede lo mismo con los cuentos tradicionales, cuyos personajes llevan una carga de valores y actitudes muy esteriotipados: niños valientes, fuertes, inteligentes, son presentados como héroes o salvadores; niñas miedosas, hacendosas, buenas, obedientes, cariñosas, delicadas que tienen como premio al héroe o príncipe “con cuyas cualidades hasta una pobre cenicienta puede llegar a ser princesa”, niñas desobedientes, malas, traviesas, contestonas que siempre acaban mal. En los cuentos aparecen todos los valores, actitudes, jerarquías y creencias consideradas adecuadas para los niños y para las niñas. Vemos por tanto, que los cuentos tradicionales han servido y siguen sirviendo para transmitir y mantener los prejuicios sociales, al ser sus personajes modelos que niños y niñas imitan

Más información:
http://fongdcam.org/manuales/genero/datos/docs/1_ARTICULOS_Y_DOCUMENTOS_DE_REFERENCIA/D_EDUCACION/Estereotipos_y_Coeducacion.pdf