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sábado, 25 de julio de 2020

La historia secreta de las mujeres que revolucionaron la Medicina en los tiempos de la peste


La Historia destaca el papel de genios como Da Vinci en los grandes avances médicos del Renacimiento, otra era de pandemias. Sin embargo, la crucial aportación de las mujeres a la revolución ha quedado relegada hasta ahora. Un nuevo ensayo recuerda su historia

Hospitales rebosantes de camas, pacientes alejados de su familia, profesionales contagiados de un mal que apenas conocen. Durante la pandemia hemos visto imágenes difíciles de aceptar, pero que nos acercan a una visión de la labor sanitaria tan real como la vida misma. La historia de la Medicina está repleta de hogares para leprosos y denodados esfuerzos para ofrecer consuelo, de pócimas sin garantía y remedios improvisados. De cuerpos, sábanas, olores. Y también de mujeres anónimas, que no escribían tratados, pero eran las primeras en remangarse para hacer frente a la enfermedad.

Sharon T. Strocchia, prestigiosa historiadora de la Medicina y catedrática en la Universidad de Emory, considera importante «redefinir lo que cuenta como trabajo médico». De ahí que reivindique lo que ella denomina «trabajo del cuerpo», donde engloba el conjunto de cuidados y actividades sanitarias del que, tradicionalmente, se han encargado las mujeres. Su argumento es que el conocimiento no está sólo en los libros y laboratorios, sino también en las experiencias cotidianas de los trabajan en primera línea.

Su último libro, Sanadoras olvidadas (Yale University Press), publicado en plena crisis sanitaria, analiza la importancia de distintos grupos de mujeres en el desarrollo de la Medicina moderna en la Italia del Renacimiento. Desde las cuidadoras del príncipe hasta las voluntarias de los hospitales para incurables, pasando por las amas de casa o las monjas farmacéuticas, la labor que realizaban ha sido tradicionalmente «ignorada y minusvalorada». Pero no se trataba sólo de «caridad» o «trabajo para mujeres», sino tque también desarrollaron «verdaderas capacidades como sanadoras», las cuales han de inscribirse «en la cultura de la experimentación del Renacimiento», advierte Strocchia.

Los legajos olvidados que ha rescatado de conventos y viejos archivos ofrecen una visión renovada de la Italia renacentista, crucial para la ciencia y la medicina moderna fue decisiva. Es posible que su expresión más icónica sea la disección de cadáveres que llevó a cabo, entre otros, Leonardo da Vinci. Pero el trabajo de Strocchia se aleja de la figura del genio solitario para sumergirse en las redes sociales de las urbes renacentistas, que permitían a las mujeres compartir tácticas y remedios en un tiempo en que las crisis sanitarias eran la norma. «En vez de centrarme en desarrollos en la medicina académica, como la anatomía o la disección, he destacado la experiencia vivida de la enfermedad en las calles y las actividades de las sanadoras de primera línea, en los hogares y los hospitales», afirma.


En Florencia, las «monjas apotecarias» eran parte esencial de la cultura sanitaria. La elaboración de remedios, realizada en el propio convento, no sólo requería conocer al dedillo los tratados teóricos, sino también un sinfín de adaptaciones prácticas, que algunas religiosas perfeccionaban durante toda su vida y transmitían a las novicias más capaces. Las monjas fueron, incluso, «innovadoras comerciales, que respondían con rapidez a las tendencias del mercado, en parte porque estaban menos atadas a equipamientos costosos y espacios dedicados al trabajo que los productores masculinos».

La destreza manual y la imaginación eran igualmente importantes, junto al aguante necesario para soportar los fétidos olores que desprendían las elaboraciones.

Acostumbrarse al hedor era la primera prueba a la que se enfrentaban las cuidadoras de los hospitales para incurables, que proliferaban durante las plagas. La actual pandemia ha demostrado la importancia de esta clase de trabajo, que Strocchia ha rastreado en todas las clases sociales del Renacimiento italiano. ¿Anticiparon las mujeres de aquel tiempo nuestra actual sanidad universal? «Ciertamente, la clase de conocimientos que los estados nación modernos intentan integrar en un currículo académico tuvo sus raíces prácticas en los cuidados cotidianos que las mujeres aprendieron mediante práctica», explica la investigadora.

Pero Strocchia va más allá: «Podría incluso argumentarse que la mayoría de las mujeres del Renacimiento poseían una paleta más amplia de destrezas sanadoras y conocimiento del cuerpo de la que tenemos hoy». La afirmación parece sorprendente, aunque no tanto si recordamos que, durante siglos, las mujeres fueron lo más parecido que había a un servicio de Urgencias: «Dado que la medicina en el hogar era la primera solución para la mayoría de europeos hasta el siglo XIX, las madres, hermanas e hijas aprendían a preparar remedios básicos, curar heridas, diagnosticar enfermedades comunes, realizar cirugías menores, y otras tareas».

Un esfuerzo que, lejos de reconocerse como una labor sanitaria, «profundizó en la asociación de las mujeres con las funciones corporales básicas, como los excrementos, o síntomas repugnantes, como las úlceras malolientes», dice Strocchia. Un buen ejemplo de esas «jerarquías» lo encontramos en la enfermería, que en los siglos XVI y XVII aún se creía ligada a los «instintos» femeninos. «Pero, como sabemos, la enfermería requiere de un amplio conjunto de habilidades, buen juicio y capacidades de observación, además de compasión por los enfermos»
Fuente:

domingo, 6 de noviembre de 2016

Juana I de Castilla, llamada «la Loca»



Juana I de Castilla, llamada «la Loca» (Toledo, 6 de noviembre de 1479-Tordesillas, 12 de abril de 1555), fue reina de Castilla de 1504 a 1555, y de Aragón y Navarra, desde 1516 hasta 1555, si bien desde 1506 no ejerció ningún poder efectivo y a partir de 1509 vivió encerrada en Tordesillas, primero por orden de su padre Fernando el Católico y después por orden de su hijo el rey Carlos I.


Por nacimiento, fue infanta de Castilla y Aragón. Desde joven mostró signos de indiferencia religiosa que su madre trató de mantener en secreto

Juana de Castilla recibió una educación esmerada de orientación humanista por empeño de su madre, Isabel «la Católica», quien bien sabía lo complicado que era para una mujer progresar en una sociedad dominada por los hombres. Pronto, la Infanta castellana destacó en el dominio de las lenguas romances y el latín, en interpretación musical y en danza. Era, en consecuencia, la educación típica de un miembro secundario de la Familia Real. No en vano, Juana de Castilla fue una niña normal que no dio prueba de sufrir ningún tipo de trastorno mental hasta la madurez.




 En 1496 contrajo matrimonio con Felipe el Hermoso, archiduque de Austria, duque de Borgoña y Brabante y conde de Flandes. Tenía 17 años y daba comienzo una vida conyugal marcada por las infidelidades de Felipe «el Hermoso» y por la absoluta soledad. Como respuesta, la hija de los Reyes Católicos mostró un carácter obsesivo en lo referente a su marido y dejó distintos episodios de ira. Un carácter que la muerte de su hermano Juan, heredero al trono, y de su hermana mayor Isabel en 1497 hizo todavía más inestable



Tuvo con él seis hijos. Por muerte de sus hermanos Juan e Isabel y de su sobrino Miguel de la Paz, se convirtió en heredera de las coronas de Castilla y de Aragón



En 1504,a la muerte de su madre, Isabel la Católica, fue proclamada reina de Castilla junto a su esposo; y a la de su padre, Fernando el Católico, en 1516 pasó a ser nominalmente reina de Navarra y soberana de la corona de Aragón.

Por lo tanto, el 25 de enero de 1516, se convirtió teóricamente en la primera reina de las coronas que conformaron la actual España; sin embargo, desde 1506 su poder solo fue nominal, siendo su hijo Carlos el rey efectivo de Castilla y de Aragón. 




El levantamiento comunero de 1520 la sacó de su cárcel y le pidió encabezar la revuelta, y aunque la todavía Reina rehusó apoyar el movimiento, la mujer que hallaron los cabecillas comuneros estaba lejos de la figura trágica que Fernando «el Católico» y Carlos I habían difundido entre la población, su conversación era inteligente y su mente era clara. De hecho, la descripción que hicieron los comuneros de la Reina ha llevado a que en la actualidad muchos historiadores pongan bajo sospecha su hipotética locura, que bien pudo ser solamente de carácter transitorio a causa de la muerte de muchos seres queridos en poco tiempo. Ella se negó y cuando su hijo Carlos derrotó a los comuneros volvió a encerrarla.

Más adelante Carlos ordenaría que la obligasen a tomar los sacramentos católicos aunque fuese mediante tortura.




Fue apodada «la Loca» por una supuesta enfermedad mental alegada por su padre y por su hijo para apartarla del trono y mantenerla encerrada en Tordesillas de por vida. Se ha escrito que la enfermedad podría haber sido causada por los celos hacia su marido y por el dolor que sintió tras su muerte. Esta visión de su figura fue popularizada en el Romanticismo tanto en pintura como en literatura.

Hoy en día, la mayoría de los historiadores coinciden en señalar a Juana como una víctima de las ambiciones de su padre, de su esposo y finalmente de su hijo Carlos I que se ocupó hasta su muerte de mantenerla encerrada en Tordesillas

jueves, 13 de octubre de 2016

Luisa Sigea de Velasco . Humanista y poeta española del Renacimiento.



Luisa Sigea de Velasco (Tarancón, Cuenca, 1522 – 13 de octubre de 1560) Humanista y poeta española del Renacimiento.

Fue una adelanta a su tiempo y una de las pocas poetas que no era monja.


También conocida por Luísa Sigeia, Luísa Sigea Toledana o por la versión latinizada Aloysia Sygaea Toletana,(como entonces la diócesis de Tarancón pertenecía a Toledo, fue llamada Luisa Sigea Toletana.)

Estudió Filosofía e Historia, hablaba varios idiomas, trabajó como dama culta en el séquito de María de Portugal, escribió libros en latín y algunos de poesía. De su obra poética no queda mucho, pero sabemos que al enviudar busco trabajo en diversas cortes de la época, y como no se lo dieron, a los 38 años, se murió.




Fue hija de Diego Sigeo, un humanista francés que le dio una instrucción esmeradísima. Como era criado de María Pacheco, mujer del comunero Juan de Padilla, participó en la guerra contra Carlos I de España del lado de ésta y tuvo que marchar a Portugal en 1522 acompañando a la viuda en su exilio; en 1530 llamó al resto de su familia, compuesta por su mujer y cuatro hijos, entre ellos Luisa.

En 1540, cuando contaba 18 años de edad, a través de un amigo de su padre, el italiano Girolamo Britonio, envió una carta en latín al papa Paulo III, junto a lo que más tarde llamó quosdam ingenioli mei flosulos, esto es, algunas flores de mi ingenio, que merecieron muchos elogios.

A comienzos de 1542 su padre fue invitado a llevarla a la corte de la reina doña Catalina como moças de câmara. Luisa y su hermana Ángela se unieron a las cultas damas que constituían el séquito de doña Maria de Portugal, entre ellas Paula Vicente, hija del poeta y dramaturgo Gil Vicente, y Joana Vaz.

En la corte, Ángela Sigea y Paula Vicente se dedicaron más a la música y Joana Vaz y Luísa Sigea, notables humanistas, eran las damas latinas.

Luisa permaneció en ese cargo palaciego hasta 1552, año en que se casó

En 1558 la familia se trasladó a Valladolid, donde entraron al servicio de María de Habsburgo, hija de Felipe I de Castilla y que fuera reina consorte de Hungría por su casamiento con Luis II de Hungría y Bohemia. Allí,su esposo, Francisco de Cuevas desempeñó el cargo de secretario y ella  de dama latina. Pero duró poco esta situación, ya que el 18 de octubre de de 1558 la reina de Hungría falleció repentinamente.

Luisa escribió de inmediato al rey Felipe II de España solicitando empleo para sí y su marido, alegando pobreza, algo que la documentación conocida sobre su casa no confirma. Esa será durante los dos últimos años de su corta vida una actividad constante: los intentos por volver a la vida cortesana. Con esa intención, a princípios de 1560, Luisa Sigea fue a Toledo para pedir a través del embajador de Francia un empleo junto a Isabel de Valois, recién casada con Felipe II; pero, aunque fue recibida por la nueva reina, no obtuvo cargo alguno.
Se dice que por Holanda circulaba un libelo difamatorio en su contra que dudaba de sus dotes humanísticas e incluso le atribuía la autoría de un libro obsceno que ella jamás escribió. Quizá fuese porque a muchos hombres humanistas les incomodaba la intrusión de las mujeres en su campo, quizá por otro motivo desconocido pero el caso fue que sus cualificadas dotes de poco sirvieron contra aquellos  infundios.

Desanimada, regresó a Burgos, donde aquejada de tristeza y otros males a consecuencia de la angustia murió

Obra:


Luisa Sigea hablaba francés, español e italiano y dominó el latín, el griego, el hebreo y el caldeo o siríaco, y estaba muy versada en Filosofía, Poesía e Historia.

Su mejor obra es el poema en latín Syntra (París, 1566). Escribió además el opúsculo Dialogus de differentia vitae rusticae et urbanae y Colloquium havitum apud villam inter Flamminia Romanam et Blesillam Senensem.

Se conserva también un epistolario y varios poemas, entre otras obras, aunque mucho se ha perdido.

Clarorum hispanorum opuscula selecta et rariora tum latina, tum hispana magna ex parte nunc primum in lucem edita

Un epistolario suyo que se encuentra en la British Library “Clarorum hispaniensium epistolae ineditae”

Destaca entre otros textos su Duarum virginum colloquium

domingo, 12 de febrero de 2012

Sofonisba Anguissola.



Sofonisba Anguissola (Cremona, 1532 - Palermo, 16 de noviembre de 1625).Primera mujer pintora de éxito del Renacimiento.

Su obra y su vida son muy importantes para el feminismo pues a pesar de vivir en una época en la que las mujeres estaban completamente ausentes de las artes visuales, por imposición, el gran éxito de Anguissola abrió el camino a un gran número de mujeres para el logro de sus carreras de artistas.

Algunas sucesoras famosas, a este efecto, son  Lavinia Fontana, Barbara Longhi , Fede Galizia y Artemisia Gentileschi






Fue su padre, quién animó a sus hijas Sofonisba, Elena, Lucía, Europa, Minerva y Ana María  a cultivarse y potenciar sus cualidades artísticas. Gracias a él, cuatro de sus hermanas también fueron pintoras, aunque solo Sofonisba  consiguió la fama.

A la edad de 14 años empezó a  estudiar con Bernardino Campi, un respetado autor de retratos y escenas religiosas de la escuela de Lombardía.  Y más tarde con el pintor Bernardino Gatti .

El aprendizaje de Sofonisba con artistas locales sentó un precedente para que las mujeres fueran aceptadas como estudiantes de arte. 



En Roma conoce a Miguel Ángel del que  recibió consejos muy válidos para su formación artística. No obstante, no lo tuvo fácil, pues a pesar de que contó con coraje y apoyo, más que el resto de las mujeres de su época, su clase social no le permitía ir más allá de los límites impuestos para su sexo.

No tuvo la posibilidad de estudiar anatomía o dibujar del natural, pues era considerado inaceptable para una mujer que viera cuerpos desnudos. Esta situación se repetiría un siglo después con Elisabetta Sirani, quien tampoco pudo acceder a una formación artística completa por ser mujer.

En el invierno de 1559-1560 Sofonisba llega a Madrid para convertirse en pintora de la corte además de dama de compañía de la nueva reina Isabel de Valois, tercera esposa del rey. Enseguida se ganó la estima y confianza de la joven reina. Durante este tiempo, trabajó estrechamente con Alonso Sánchez Coello. 



Anguissola pasó los años siguientes pintando sobre todo retratos de corte oficiales, incluyendo los de la reina y otros miembros de la familia real, la hermana de Felipe II: Juana, y su hijo, Don Carlos. Sus pinturas de Isabel de Valois y de Ana de Austria, la cuarta esposa de Felipe II, son vibrantes y llenas de vida.



Sus obras  fueron reconocidas  y  aclamadas en su tiempo por Vasari, Miguel Ángel y Van Dyck .Sus retratos fueron imitados por Caravaggio y Rubens y sus obras fueron adjudicadas a Zurbarán, Antonio Moro, Tiziano, Sánchez Coello, Bronzino, Moroni, El Greco o Van Dyck. El propio Cézanne creyó ver en La dama del armiño  al "creador del arte moderno", sin saber que la autora fue Sofonisba



Sofonisba fue una mujer con éxito que rompió varios moldes que constreñían a las mujeres de su época, entre ellos, desoyendo consejos y saltándose formulismos sociales, se casó a los cincuenta años con un hombre a quien le doblaba la edad, Orazio Lomellini, capitán del barco genovés que la sacó de Sicilia después de su primera viudez