Michaelina Wautier o Woutiers (1604- 1689) Pintora barroca flamenca.
Se instaló en Bruselas donde a partir de 1642 junto con su hermano Charles Wautier, también pintor.
Wautier destacó por la variedad de temas y géneros en los que trabajó, incluido el gran género de la pintura de historia, algo inusual entre las artistas femeninas de la época que, a menudo, se limitaron a realizar pinturas de pequeño formato, generalmente retratos o naturalezas muertas.
Michaelina Wautier descendía de un linaje noble, esos orígenes familiares explicarían según los expertos el conocimiento profundo de la mitología y el simbolismo clásicos que se advierte en su obra pictórica.
Hacia 1642 o 1643, cuando se fecha el retrato perdido de Andrea Cantelmo, su primera obra documentada, se instaló con su hermano Charles en Bruselas, donde ambos permanecieron solteros, y es probable que compartieran estudio.
Tanto Michaelina como Charles parecen haberse dedicado a los negocios, particularmente en bienes raíces, y con toda seguridad recibieron una buena formación artística, pero no se sabe dónde ni con quién.
Parte de esa buena formación que a los hermanos se les supone debieron adquirirla en viajes por Italia, Francia y España, donde su hermano mayor Jacques tenía fijada su residencia en Madrid.
Poco más se sabe sobre la vida de Wautier, y gran parte de su información biográfica se basa en la conjetura y el análisis académicos de sus obras disponibles.
La primera noticia documental del trabajo de Michaelina Wautier se encuentra en 1659, en el inventario de los bienes del archiduque Leopoldo Guillermo, gobernador de los Países Bajos Españoles entre 1647 y 1656, en cuya rica colección de pinturas se encontraban cuatro de sus obras, conservadas ahora en el Kunsthistorisches Museum de Viena: un Triunfo de Baco, obra excepcional dentro de lo que se conoce de la pintura realizada por mujeres en su tiempo tanto por su tamaño como por la representación de un grupo de figuras masculinas desnudas junto con lo que podría ser su propio autorretrato.
Era difícil que una mujer pintara dicho cuadro. Todo, porque mostraba desnudos masculinos realizados claramente —por la minuciosidad de los detalles anatómicos— en un estudio con modelos reales, lo que parecía imposible para una mujer en el siglo XVII.