Marie-Sophie
Germain (1 de abril de 1776 - 27 de junio de 1831) Matemática, física y
filósofa francesa que hizo importantes contribuciones a la teoría de números y la teoría de la elasticidad.
Uno
de los más importantes fue el estudio de los que posteriormente fueron
nombrados como números primos de Sophie Germain (números primos
cuyo doble incrementado en una unidad es también un número primo).
Intentó
solucionar el Teorema de Fermat y aunque no pudo solucionarlo
adquirió unos resultados que influyeron en las matemáticas de la época.
Sophie
Germain comenzó a estudiar matemáticas a la edad de trece años.
A
pesar de la oposición de sus padres y las dificultades presentadas por una
sociedad sexista, consiguió su educación de libros extraídos de la biblioteca
de su padre y de correspondencia con famosos matemáticos como Lagrange, Legendre y Gauss. Debido al
prejuicio contra su sexo, no pudo establecer una carrera en matemáticas, por lo
que trabajó independientemente a lo largo de su vida.
Las
mujeres no han podido estudiar en la Escuela Politécnica de París hasta 1972
pero eso no impidió que Sophie tuviera acceso a las enseñanzas de Lagrange.
Consiguió sus apuntes a través de un antiguo alumno amigo de la familia,
Antoine-Auguste Le Blanc, y llegó a presentarle un trabajo firmado con ese
seudónimo.
Había
tal brillantez en sus reflexiones que Lagrange quiso conocerle. A pesar de su
sorpresa al encontrarse ante una mujer siguió reconociendo su valía y se
convirtió en su profesor, con lo que logró entrar en las tertulias científicas.
No
fue la única vez que utilizo el seudónimo de Le Blanc, también lo hizo para
cartearse con Gauss después de leer su obra Disquisiciones Aritméticas. Esa
obra despertó su pasión por la teoría de números, volcándose con la conjetura
de Fermat y consiguiendo el mayor avance desde hacía dos siglos en su
resolución con el Teorema de Germain.
Nunca
podremos saber hasta donde hubiera llegado Germain con una educación matemática
reglada; pero su genialidad y tenacidad queda patente en su participación en el
concurso de la Academia.
En
1809, la Academia de las Ciencias de París convoca un premio extraordinario
para aquella persona que justificara el comportamiento de las partículas cuando
son sometidas a una vibración.
El
reto era tan duro que sólo Sophie presentó un trabajo en 1811 y no ganó el
premio al faltarle rigor .
Aún
así, su ensayo dio nuevas pautas a la investigación y se amplió el plazo del
premio dos años más. Allí estuvo de nuevo Sophie con su Mémoire sur les
Vibrations des Surfaces Élastiques y de nuevo quedó el premio desierto, aunque
esta vez tuvieron que dar una mención honorífica a su trabajo.
Después
de ser rechazada por dos veces, en 1816 ganó el concurso, lo que la convirtió
en la primera mujer que asistió a las sesiones de la Academia Francesa de las
Ciencias y la colocó junto a los grandes matemáticos/as de la historia.