Clara Campoamor.(Madrid, 12 de febrero de 1888 – Lausana, 30 de abril de
1972 )
Política española. Defensora de los derechos de la mujer.
La mujer que con su lucha consiguió el voto para las mujeres sin pasar por las luchas de las mujeres sufragistas que tanto dolor provocó en otros países.
El sufragio femenino se consiguió en 1931, y fue ejercido por primera vez por las mujeres en las elecciones de 1933.
La mujer que con su lucha consiguió el voto para las mujeres sin pasar por las luchas de las mujeres sufragistas que tanto dolor provocó en otros países.
El sufragio femenino se consiguió en 1931, y fue ejercido por primera vez por las mujeres en las elecciones de 1933.
Clara
Campoamor desempeñó varios oficios,
telefonista, funcionaria en Correos.
Fue también secretaria del director del periódico La Tribuna donde comenzó a interesarse por la política.
A los 36 años se convierte en una de las pocas abogadas españolas y de inmediato comienza a ejercer su profesión.
Sus ideas sobre la igualdad de las mujeres la acercan al PSOE y escribe el prólogo del libro Feminismo Socialista de María Cambrils, dedicado a Pablo Iglesias pero nunca se incorporó al partido.
Mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, defendiendo siempre la igualdad de derechos de la mujer y la libertad política.
Al proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada –en 1931 las mujeres podían ser elegidas, pero no ser electoras– integrando las listas del Partido Radical, al que se había afiliado por proclamarse éste "republicano, liberal, laico y democrático": su propio ideario político.
Luchó para establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”.
Tuvo que luchar contra algunos diputados de izquierdas representados por Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres porque se suponía que ésta estaba muy influida por la Iglesia y estarían a favor de la derecha.
Finalmente gracias al debate extraordinario de Campoamor el voto femenino se aprobó. Después de la Guerra Cívil se tuvo que exiliar y murió en Suiza
Fue también secretaria del director del periódico La Tribuna donde comenzó a interesarse por la política.
A los 36 años se convierte en una de las pocas abogadas españolas y de inmediato comienza a ejercer su profesión.
Sus ideas sobre la igualdad de las mujeres la acercan al PSOE y escribe el prólogo del libro Feminismo Socialista de María Cambrils, dedicado a Pablo Iglesias pero nunca se incorporó al partido.
Mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, defendiendo siempre la igualdad de derechos de la mujer y la libertad política.
Al proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada –en 1931 las mujeres podían ser elegidas, pero no ser electoras– integrando las listas del Partido Radical, al que se había afiliado por proclamarse éste "republicano, liberal, laico y democrático": su propio ideario político.
Luchó para establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”.
Tuvo que luchar contra algunos diputados de izquierdas representados por Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres porque se suponía que ésta estaba muy influida por la Iglesia y estarían a favor de la derecha.
Finalmente gracias al debate extraordinario de Campoamor el voto femenino se aprobó. Después de la Guerra Cívil se tuvo que exiliar y murió en Suiza
Obras:
El derecho de la mujer en España (1931)El voto femenino y yo: mi pecado mortal (1935)La revolución española vista por una republicana, 1937. El pensamiento vivo de Concepción Arenal (1939) Heroísmo criollo: La marina argentina en el drama español (1939),Sor Juana Inés de la Cruz (1944)Vida y obra de Quevedo (1945).
El derecho de la mujer en España (1931)El voto femenino y yo: mi pecado mortal (1935)La revolución española vista por una republicana, 1937. El pensamiento vivo de Concepción Arenal (1939) Heroísmo criollo: La marina argentina en el drama español (1939),Sor Juana Inés de la Cruz (1944)Vida y obra de Quevedo (1945).
Frases
de Clara Campoamor
La
libertad se aprende ejerciéndola.
El
feminismo es una protesta valerosa de todo un sexo contra la positiva
disminución de su personalidad.
Defendí
en Cortes Constituyentes los derechos femeninos. Deber indeclinable de mujer
que no puede traicionar a su sexo.
Resolved
lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad
de género humano en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo
hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en
común, y no podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar
deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo,
aislados, fuera de nosotras.
República,
república siempre, la forma de gobierno más conforme con la evolución natural
de los pueblos.
A
mi pudiéronme cargarse todos los pecados políticos imaginarios de la mujer, y
pasárseme todas las cuentas del menudo rencor. Lo que no espero ocurra es que
se eleve una voz, una sola, de ese campo de la izquierda, de quien hube de
sufrirlo todo, por ser el único que ideológicamente me interesa, y al que aún
aislada sirvo.
Texto íntegro del discurso de Clara Campoamor en
las Cortes
Señores diputados: lejos yo de
censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent,
comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en
trance de negar la capacidad inicial de la mujer. Creo que por su pensamiento
ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando
nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al
Parlamento a legislar contra los suyos.
Respecto a la serie de
afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la mujer, he de
decir, con toda la consideración necesaria, que no están apoyadas en la
realidad. Tomemos al azar algunas de ellas. ¿Que cuándo las mujeres se han levantado
para protestar de la guerra de Marruecos? Primero: ¿y por qué no los hombres?
Segundo: ¿quién protestó y se levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba más
que las mujeres? ¿Quién nutrió la manifestación pro responsabilidades del
Ateneo, con motivo del desastre de Annual, más que las mujeres, que iban en
mayor número que los hombres?
¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse
que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá
como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la
República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres
universitarias no está cantando su capacidad? Además, al hablar de las mujeres
obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas las que no pertenecen a una
clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias de la legislación? ¿No
pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma forma que las otras y
que los varones? ¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia de la legislación
que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y matizada por
uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época,
largos años de República, para demostrar su capacidad? Y ¿por qué no los
hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus
derechos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?
Pero, además, señores diputados,
los que votasteis por la República, y a quienes os votaron los republicanos,
meditad un momento y decid si habéis votado solos, si os votaron sólo los
hombres. ¿Ha estado ausente del voto la mujer? Pues entonces, si afirmáis que
la mujer no influye para nada en la vida política del hombre, estáis -fijaos
bien- afirmando su personalidad, afirmando la resistencia a acatarlos. ¿Y es en
nombre de esa personalidad, que con vuestra repulsa reconocéis y declaráis, por
lo que cerráis las puertas a la mujer en materia electoral? ¿Es que tenéis
derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que
hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa
en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad
que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir
detentándolo.
No se trata aquí esta cuestión
desde el punto de vista del principio, que harto claro está, y en vuestras
conciencias repercute, que es un problema de ética, de pura ética reconocer a
la mujer, ser humano, todos sus derechos, porque ya desde Fitche, en 1796, se
ha aceptado, en principio también, el postulado de que sólo aquel que no
considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos
del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el
hombre. Y en el Parlamento francés, en 1848, Victor Considerant se levantó para
decir que una Constitución que concede el voto al mendigo, al doméstico y al
analfabeto -que en España existe- no puede negárselo a la mujer. No es desde el
punto de vista del principio, es desde el temor que aquí se ha expuesto, fuera
del ámbito del principio -cosa dolorosa para un abogado-, como se puede venir a
discutir el derecho de la mujer a que sea reconocido en la Constitución el de
sufragio. Y desde el punto de vista práctico, utilitario, ¿de qué acusáis a la
mujer? ¿Es de ignorancia? Pues yo no puedo, por enojosas que sean las
estadísticas, dejar de referirme a un estudio del señor Luzuriaga acerca del
analfabetismo en España.
Hace él un estudio cíclico desde
1868 hasta el año 1910, nada más, porque las estadísticas van muy lentamente y
no hay en España otras. ¿Y sabéis lo que dice esa estadística? Pues dice que,
tomando los números globales en el ciclo de 1860 a 1910, se observa que
mientras el número total de analfabetos varones, lejos de disminuir, ha
aumentado en 73.082, el de la mujer analfabeta ha disminuido en 48.098; y
refiriéndose a la proporcionalidad del analfabetismo en la población global, la
disminución en los varones es sólo de 12,7 por cien, en tanto que en las
mujeres es del 20,2 por cien. Esto quiere decir simplemente que la disminución
del analfabetismo es más rápida en las mujeres que en los hombres y que de
continuar ese proceso de disminución en los dos sexos, no sólo llegarán a
alcanzar las mujeres el grado de cultura elemental de los hombres, sino que lo
sobrepasarán. Eso en 1910. Y desde 1910 ha seguido la curva ascendente, y la
mujer, hoy día, es menos analfabeta que el varón. No es, pues, desde el punto
de vista de la ignorancia desde el que se puede negar a la mujer la entrada en
la obtención de este derecho.
Otra cosa, además, al varón que
ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne
en vosotros el producto de los dos sexos. En ausencia mía y leyendo el diario
de sesiones, pude ver en él que un doctor hablaba aquí de que no había ecuación
posible y, con espíritu heredado de Moebius y Aristóteles, declaraba la
incapacidad de la mujer.
A eso, un solo argumento: aunque
no queráis y si por acaso admitís la incapacidad femenina, votáis con la mitad
de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos
votar con nuestra mitad masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque
todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de
nuestro ser, argumento que han desarrollado los biólogos. Somos producto de dos
seres; no hay incapacidad posible de vosotros a mí, ni de mí a vosotros.
Desconocer esto es negar la
realidad evidente. Negadlo si queréis; sois libres de ello, pero sólo en virtud
de un derecho que habéis (perdonadme la palabra, que digo sólo por su claridad
y no con espíritu agresivo) detentado, porque os disteis a vosotros mismos las
leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la
mujer.
Yo, señores diputados, me siento
ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político
dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en
vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la
revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora
al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.
No dejéis a la mujer que, si es
regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer
que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo.
No cometáis, señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias.
Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa
fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.
Cada uno habla en virtud de una
experiencia y yo os hablo en nombre de la mía propia. Yo soy diputado por la
provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo en cumplimiento de mi deber, sino
por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía
una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos
de esas mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la
República, he visto la pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer
española espera hoy de la República la redención suya y la redención del hijo.
No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para
llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de
la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven; que
ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las cárceles; que ha
sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose
a sí misma la frase de Humboldt de que la única manera de madurarse para el
ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de
ella.
Señores diputados, he pronunciado
mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os molesté, considero que es
mi convicción la que habla; que ante un ideal lo defendería hasta la muerte;
que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la
balanza, de igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en favor
del voto de la mujer, y que además sigo pensando, y no por vanidad, sino por
íntima convicción, que nadie como yo sirve en estos momentos a la República
española.
Hoy día de la República Española quiero rendir homenaje a Clara Campoamor quien con su tesón,ella sola,(sin la lucha sufragista que se desarrolló en otros países )consiguió el derecho a voto para todas las mujeres.Desde entonces en España se pudo hablar del Sufragio Universal porque al incluir a las mujeres se convirtió, efectivamente,en universal
ResponderEliminarEchó de menos a las pioneras,me gustaría que estuvieran aquí con su valentia y coraje sacándonos las castañas del fuego,porque creo que cada vez a ese tipo de mujeres las necesitaremos más
ResponderEliminarMorgana,al menos que no perdamos las conquistas que tanto trabajo les costó a ellas.Siempre hay que estar en la brecha y no dar ni un paso atrás
EliminarFata , tú tienes que ser la pionera. No queda otra. Gracias Ana.
ResponderEliminarNecesitamos a todas,aisnet,pioneras ,vanguardistas y un buen montón de mujeres en la retaguardia para cubrirnos las espaldas.
EliminarBesos y gracias por pasarte por mi blog.
Ahora voy a hacerte una visita al tuyo.Nunca tengo tiempo para nada.Siempre voy corriendo.Cuelgo los post y me voy.Esto no puede ser.
Estoy de acuerdo con aisnet,cada una debe luchar por lo que considera justo pero no estaría de más tener personas con la tenacidad de las mujeres que nos precedieron.Yo tengo 35 años y no veo alrededor de mí mucha conciencia feminista como por ejeplo existió en los 60 y 70 y aún desgraciadamente queda mucho por hacer,es más estamos perdiendo derechos ya conquistados.
ResponderEliminarNo nos podemos permitir el "lujo"de perder los derechos conquistados,así que al pie del cañón María.Gracias al cielo que hay personas como tú que siempre lo están
EliminarMaria , lo importante es que seamos muchas y que estemos formadas :
Eliminarhttp://www.mujerdelmediterraneo.blogspot.com.es/2012/04/la-cantidad-es-calidad-o-de-cuando-se.html
y en cuanto al tema del aborto,estoy proponiendo hacer una actuable , si alguien me ayuda?
Maria a mi ahora me gusta mucho Marcela lagarde : http://www.heroinas.blogspot.com.es/2012/04/marcela-lagarde-claves-feministas-para.html
Besos
¡¡¡Gracias por tu información !!!ahora mismo me paso a "oler" aisnet y si puede ser a colaborar
EliminarBesos
.La búsqueda de http://www.heroinas.blogspot.com.es/2012/04/marcela-lagarde-claves-feministas-para.html no obtuvo ningún resultado.
EliminarSugerencias:
•Comprueba que todas las palabras están escritas correctamente.
•Intenta usar otras palabras.
•Intenta usar palabras más generales.
Lo buscaré de otra forma,aisnet,me meteré en tu blog directamente.
EliminarEra para que supieras que así no sale en google
Tengo que añadir que por supuesto Clara Campoamor no estuvo sola.
ResponderEliminarSin la ayuda de los diputados que creyeron en ella y que lucharon también para conseguir el voto femenino nunca se hubiera conseguido tan "fácilmente"