domingo, 30 de agosto de 2020

María Soliña .Acusada de Brujería en el siglo XVI


María Soliña fue una mujer nacida en Cangas de Morrazo a finales del siglo XVI.

Su estatus económico medio le supuso su arresto por el Santo Oficio, en el declive económico de la villa, tras ataques turcos.

Es un personaje conocido más de forma popular que contrastado por investigaciones rigurosas


Un memorial del procurador Gerónimo Núñez relata cómo en el año 1617 una escuadra de piratas turcos llegó a la ría de Vigo desembarcando a dos mil hombres en Cangas, entre punta de Rodeira y punta Balea.

La villa fue saqueada y quemada y con motivo de esta tragedia muchas mujeres perdieron el uso de la razón, siendo posteriormente juzgadas como brujas.

La "caza de brujas" estuvo directamente provocada por el empobrecimiento general que siguió a la invasión turca de 1617.



La pequeña nobleza vio descender sus rentas de manera alarmante, por lo que buscó por todos los medios los recursos necesarios para mantener su nivel de vida. La Inquisición, integrada casi exclusivamente por miembros de este grupo social, fue un eficaz medio para lograr su propósito. El objetivo primordial era arrebatar a ciertas personas sus "derechos de presentación" en capillas y "freguesías".
    
Las posesiones más importantes de la familia eran los derechos de presentación de María Soliña en la Colegiata de Cangas de Morrazo y en la Iglesia de San Cibrán de Aldán.


Consistía este derecho en que los sucesores del fundador de una iglesia podían proponer a su titular cuando quedara vacante, y a su vez participar de los beneficios que aquella generara.


Aunque la causa real fue su riqueza material en una época de bajas rentas para nobles y burgueses la acusación oficial ante el Tribunal del Santo Oficio de Compostela fue de brujería. Se basaban en los continuos viajes de María, por la noche, a la playa, al lugar donde su marido y su hermano habían muerto luchando contra los turcos. El mar se había llevado los cuerpos y María Soliño rezaba para que volvieran.


Siendo como era una de las mujeres más ricas del pueblo, enseguida llamó la atención de los nobles. Nueve mujeres en total, entre ellas Soliño, fueron juzgadas y condenadas por diferentes acusaciones relacionadas con la brujería.

Con los datos necesarios encontrados, y los que no, inventados, fue llevada a las cárceles secretas del Santo Oficio. Para disimular su reprobable propósito, los burgueses y la Inquisición mezclaron algunas mujeres que sí poseían derechos de presentación con otras que eran "pobres de solemnidad". Muchas de ellas se encontraban totalmente desamparadas, por haber quedado viudas tras los tristes sucesos de 1617.

María Soliña fue capturada y torturada en Santiago de Compostela hasta que confesó ser bruja desde hacía dos décadas. Requisaron sus bienes y derechos de presentación (que era el principal objetivo del Santo Oficio) y la condenaron a llevar el hábito de penitente por seis meses, pero no se sabe si murió antes o después del castigo, pues no hay acta de defunción. Por otra parte es presumible su muerte poco tiempo después de la tortura ya que, con setenta años, los daños físicos y psíquicos producidos en ella no podían dejar de notarse.

Por culpa de sus posesiones y la avaricia de los nobles María Soliña murió pobre y sola. Pero siempre se mantuvo en la memoria colectiva, aunque su imagen se haya deformado como bruja y loca.