General
las Mujeres tienen que aguantar la carga mental que supone estar pendiente de
todas las tareas de su familia (planificarlas, coordinarlas, tomar
decisiones…). Todos somos capaces de reconocer situaciones que están ligadas
con este concepto, aunque no se le haya puesto nombre hasta hace poco tiempo.
La ilustradora francesa Emma Clit fue una
de las impulsoras del concepto carga mental a través de su cómic Me lo
podrías haber pedido (aquí
puedes leerlo español), en el que lo visibiliza con viñetas de escenas
cotidianas que despiertan más de un “a mí me ha pasado lo mismo”.
La
psicóloga Ana Kovacs explica que “es agotador y frustrante tener siempre
presente en la cabeza la idea del ‘tengo que ocuparme yo". La actitud, la
motivación, el cansancio y la manera personal de abordar las situaciones juegan
un papel determinante a la hora de gestionar la carga mental. Tanto para ellas,
como para ellos. En ese modo personal de abordarlo, Kovacs incide en que aún
hoy existe un hándicap fundamental para las mujeres: “El modo de actuar de las
personas es en gran parte heredado, de ahí que muchas mujeres asuman como propias
las tareas de la casa y el cuidado de los hijos, les resulta extraño y poco
común pensar en la posibilidad de compartirlo porque no lo han visto antes”.
La
dedicación media diaria de las mujeres españolas a la casa y a los niños
siempre es mayor, en todos los tipos hogares. Lo desvelan los últimos datos del
INE, que se apoyan en la Encuesta del Empleo del Tiempo de 2010: en el caso de
los hogares formados por una pareja e hijos, la dedicación de la mujer asciende
a 4 horas y 45 minutos diarios y la de ellos, a 2 horas y 34 minutos. Esta
diferencia de tiempo es casi la misma en el caso de las parejas sin hijos, en
las que ellas invierten 4 horas y 37 minutos cada día y los hombres 2 horas y
34 minutos.
La carga mental puede considerarse un factor de riesgo
para la salud. Según Kovacs, el mundo actual nos brinda “mayores recursos pero
también más exigencias”. “Y nuestra capacidad sigue siendo, por el momento,
limitada, por eso tenemos que cuidar nuestro recurso más valioso: nuestra salud
mental”, afirma.
Según un
informe de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés
(SEAS), el 48,7% de las mujeres sufre estrés frecuente, frente al 31,5 % de
hombres.
Aunque cada hogar es un mundo distinto y no hay
métodos infalibles para fomentar la conciliación, que los dos miembros de la
pareja tengan responsabilidades es fundamental: “Cada vez que no dejamos
espacio para que el otro actúe le impedimos hacer y lo descalificamos, lo
ahogamos y lo despojamos de su valía”, dice Kovacs.
Además, es muy fácil que uno de los dos se acomode a
la situación de que sea el otro quien soporte la carga mental del hogar, tal y
como visibilizaba la ilustradora Clit con frases como “nunca me pediste que
lavase los platos” o “si no lo he hecho es porque no me has pedido ayuda”.
La invisibilidad de la carga mental fomenta que muchas
mujeres no lo contabilicen como trabajo, pero lo es. Y eso, sumado a las tareas
remuneradas, al cuidado personal, a la formación, o al ocio es inasumible para
una persona.
Kovacs advierte que muchas mujeres consideran que
compartir las funciones de coordinar, pensar y tomar decisiones puede ser
sinónimo de “pérdida de poder”, incluso se sienten culpables por no ocupar “el
lugar principal”. Pero esas sensaciones hay que combatirlas con dos realidades:
la primera, que somos limitadxs, y la segunda, que somos dos y que el hogar es
de ambos.
Texto: Brenda Valverde