domingo, 19 de marzo de 2017

Día del Padre



Los cambios asociados a los férreos roles de género están cambiando y eso es algo que sin duda se agradece. La paternidad ya no es una etiqueta donde otorgar al hombre la responsabilidad exclusiva del sustento de un hogar. Los padres “no ayudan” en la crianza, no son agentes auxiliares sino figuras presentes, cercanas y siempre partícipes en la vida de esxs pequeñxs en los que dejar huella, a los que nutrir, amar y guiar.


Un padre también entiende de crianza con apego y disfruta de esa cercanía cotidiana donde conferir afectos, mimos y canciones de cuna. También nutre, aunque no pueda dar el pecho, también él pasa las noches en vela, ríe, sufre y se preocupa de ese niño/a que forma parte de su ser, aunque no haya crecido en su interior.

Algo que suelen comentar muchos pedagogxs y especialistas en crianza es que un niño/a es parte de una tribu. Siempre hablamos de la maternidad y de ese apego íntimo establecido entre una mujer y su bebé. Sin embargo, a nadie se le escapa que lxs niñxs de ahora crecen en un pequeño microcosmos habitado por sus padres, sus abuelos, los tíos, los amigos de los padres, los maestros…

Toda interacción, todo hábito, cada gesto y cada palabra deja huella en el cerebro infantil, y los padres tienen la capacidad de dejar un impacto enormemente positivo en sus hijxs.



El padre “real” es un adulto con grandes competencias emocionales, alguien seguro de sí mismo, valiente como cualquier madre y preocupado siempre por dar seguridad, aliento y afecto a ese niño/a para que el día de mañana abra las alas convertido en adulto/a libre, maduro/a y capaz de dar y recibir felicidad

Fuente:La Mente es Maravillosa