martes, 20 de noviembre de 2012

Sor Juana Inés de la Cruz. «Yo, la peor de todas»





Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, Nueva España, 12 de noviembre de 1651 - México, 17 de abril de 1695)  Escritora,  defensora del mundo indígena y  pre-feminista mexicana.

Aunque algunos autores/as dicen de ella que no puede hablarse de feminismo pues sólo se limitó a defenderse y que las alusiones feministas de su obra son estrictamente personales, no colectivas, sin embargo siempre abogó por la igualdad de los sexos y por el derecho de la mujer a adquirir conocimientos.


En todas sus obras  destaca el tratamiento de la mujer como personaje fuerte que es capaz de manejar las voluntades de los personajes que la rodean  y los hilos del propio destino.

En la obra lírica de Sor Juana, por primera vez, la mujer deja de ser el elemento pasivo de la relación amorosa y recupera su derecho,  a expresarse libremente en las distintas situaciones amorosas.

Además, rompiendo con el tabú que representaba el cuerpo femenino, Sor Juana Inés hace alusiones a la menstruación o la lactancia para recalcar el papel primordial de la mujer en el ciclo de la vida. Por todo ello se puede considerar a Sor Juana como la pionera indiscutible del movimiento moderno de liberación femenina en la literatura hispana. 



Hija ilegítima de Pedro Manuel de Asbaje y Vargas-Machuca e Isabel Ramírez de Santillana, pasó su infancia en la hacienda de su abuelo. Allí a los tres años  aprendió a leer y escribir al tomar las lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre.

La niña Juana se aficionó a los libros en la biblioteca de su abuelo. Leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Su afán de saber era tal que intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder.

Se cuenta que al estudiar una lección, cortaba un pedazo de su  cabello si no la había aprendido correctamente, pues no le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si carecía de ideas.








En 1664 comienza su periodo en la corte que marcará decisivamente la producción literaria de Juana Inés pues se codea con teólogos, filósofos, matemáticos, historiadores y todo tipo de humanistas.

A finales de 1666 el padre Núñez de Miranda, confesor de los virreyes, supo que la joven Juana no deseaba casarse y le propuso entrar en una orden religiosa. Ingresó en la Orden de San Jerónimo, donde la disciplina era algo más relajada que la de las carmelitas, y tenía una celda de dos pisos y sirvientas donde sin las interferencias del matrimonio podía seguir gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió. Allí permaneció el resto de su vida, pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar tertulias, recibir visitas, e incluso, realizar experimentos científicos. 




Obras:

Entre sus obras podemos destacar sus dos comedias más célebres, Los empeños de una casa y Amor es más laberinto. Versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas, autos sacramentales como El divino Narciso, El cetro de José y El mártir del sacramento. “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz”, donde hace una encendida defensa de su labor intelectual y en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación. También escribió un tratado de música llamado El caracol. Además, por encargo de la condesa de Paredes, escribió unos poemas, conocidos como «enigmas”, para un grupo de monjas portuguesas aficionadas a la lectura y grandes admiradoras de su obra, que intercambiaban cartas y formaban una sociedad a la que dieron el nombre de Casa del placer





“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón”:http://goo.gl/cxBd6N
Poema en el que  por primera vez en la historia de la literatura hispanoamericana una mujer habla en nombre propio, defiende a su sexo y, gracias a su inteligencia, usando las mismas armas que sus detractores, acusa a los hombres de los mismos vicios que ellos achacan a las mujeres. En esto,siguiendo la cita de Octavio Paz, Sor Juana se adelanta a su tiempo: no hay nada parecido, en el siglo XVII, en la literatura femenina de Francia, Italia e Inglaterra.