Sor
Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, Nueva España, 12 de noviembre de
1651 - México, 17 de abril de 1695)
Escritora, defensora del mundo
indígena y pre-feminista mexicana.
Aunque
algunos autores/as dicen de ella que no puede hablarse de feminismo pues sólo
se limitó a defenderse y que las alusiones feministas de su obra son
estrictamente personales, no colectivas, sin embargo siempre abogó por la
igualdad de los sexos y por el derecho de la mujer a adquirir conocimientos.
En
todas sus obras destaca el tratamiento
de la mujer como personaje fuerte que es capaz de manejar las voluntades de los
personajes que la rodean y los hilos del
propio destino.
En
la obra lírica de Sor Juana, por primera vez, la mujer deja de ser el elemento
pasivo de la relación amorosa y recupera su derecho, a expresarse libremente en las distintas
situaciones amorosas.
Además,
rompiendo con el tabú que representaba el cuerpo femenino, Sor Juana Inés hace
alusiones a la menstruación o la lactancia para recalcar el papel primordial de
la mujer en el ciclo de la vida. Por todo ello se puede considerar a Sor Juana
como la pionera indiscutible del movimiento moderno de liberación femenina en
la literatura hispana.
Hija
ilegítima de Pedro Manuel de Asbaje y Vargas-Machuca e Isabel Ramírez de
Santillana, pasó su infancia en la hacienda de su abuelo. Allí a los tres
años aprendió a leer y escribir al tomar
las lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre.
La
niña Juana se aficionó a los libros en la biblioteca de su abuelo. Leyó a los
clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Su afán de saber era tal
que intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada
de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder.
Se
cuenta que al estudiar una lección, cortaba un pedazo de su cabello si no la había aprendido
correctamente, pues no le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de
hermosuras si carecía de ideas.
En
1664 comienza su periodo en la corte que marcará decisivamente la producción
literaria de Juana Inés pues se codea con teólogos, filósofos, matemáticos,
historiadores y todo tipo de humanistas.
A
finales de 1666 el padre Núñez de Miranda, confesor de los virreyes, supo que
la joven Juana no deseaba casarse y le propuso entrar en una orden religiosa.
Ingresó en la Orden de San Jerónimo, donde la disciplina era algo más relajada
que la de las carmelitas, y tenía una celda de dos pisos y sirvientas donde sin
las interferencias del matrimonio podía seguir gozando de sus aficiones
intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que
embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el
sosegado silencio de mis libros», escribió. Allí permaneció el resto de su
vida, pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar
tertulias, recibir visitas, e incluso, realizar experimentos científicos.
Obras:
Entre
sus obras podemos destacar sus dos comedias más célebres, Los empeños de una
casa y Amor es más laberinto. Versos sacros y profanos, villancicos para
festividades religiosas, autos sacramentales como El divino Narciso, El cetro
de José y El mártir del sacramento. “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz”, donde
hace una encendida defensa de su labor intelectual y en la que reclamaba los
derechos de la mujer a la educación. También escribió un tratado de música
llamado El caracol. Además, por encargo de la condesa de Paredes, escribió unos
poemas, conocidos como «enigmas”, para un grupo de monjas portuguesas aficionadas
a la lectura y grandes admiradoras de su obra, que intercambiaban cartas y
formaban una sociedad a la que dieron el nombre de Casa del placer
“Hombres necios que acusáis a
la mujer sin razón”:http://goo.gl/cxBd6N
Poema
en el que por primera vez en la historia
de la literatura hispanoamericana una mujer habla en nombre propio, defiende a
su sexo y, gracias a su inteligencia, usando las mismas armas que sus
detractores, acusa a los hombres de los mismos vicios que ellos achacan a las
mujeres. En esto,siguiendo la cita de Octavio Paz, Sor Juana se adelanta a su tiempo: no hay nada parecido, en el
siglo XVII, en la literatura femenina de Francia, Italia e Inglaterra.