Dorothy Reed Mendenhall (1874-1964) Pionera en abrir camino a las mujeres en el campo de la Medicina, demostró que la enfermedad de Hodgkin no era una forma de tuberculosis.
Como activista a favor de las mujeres destacó por su compromiso con la mejora de la salud materno-infantil, y por romper barreras en su esfuerzo por conciliar familia y trabajo.
Inspirada por la reforma social y el progreso científico de la época, Reed quiso estudiar medicina en un tiempo en que las mujeres eran una minoría en el campo. En 1896 pudo ingresar en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, una de las pocas instituciones que aceptaban mujeres en la época, gracias a la donación de Mary Elizabeth Garrett, filántropa y activista por los derechos de las mujeres.
Reed demostró un talento excepcional. Siendo aún estudiante, ella y su compañera de estudios Margaret Long fueron contratadas para ayudar en la sala de operaciones y los laboratorios bacteriológicos del Brooklyn Navy Yard Hospital, convirtiéndose en las primeras mujeres empleadas por un hospital naval del país.
Tras graduarse en 1900, fue, junto con su compañera y amiga Florence Sabin, residente del respetado William Osler, uno de los profesores fundadores de la Universidad John Hopkins.
Ambas mujeres ocupan hoy un lugar destacado en la historia de la medicina, tanto por sus contribuciones técnicas como por las realizadas en aras de la igualdad.
En 1901, Reed consiguió una beca para trabajar en el laboratorio del reconocido patólogo William Welch. Durante su tiempo allí, la científica identificó lo que ahora es el sello distintivo del diagnóstico patológico del linfoma de Hodgkin: las células de Reed-Sternberg, unas células malignas gigantes presentes en los ganglios linfáticos de las personas afectadas.