Las enfermedades que “padecieron”
las mujeres a lo largo de la Historia pueden ser vistas como “enfermedades
sociales”, es decir, enfermedades nacidas como consecuencia de las represiones,
frustraciones y falta de libertad que sufrían las mujeres en un mundo hecho por
y para los hombres.Así, comportamientos que
rechazaban las normas sociales establecidas, las luchas por la liberación, la
sobrecarga de los innumerables deberes de las mujeres, la expresión de las
emociones o de deseos sexuales, cualquier “inquietud mental”, oposición o desafío
hacia su marido o padre eran vistos a los ojos de los hombres como enfermedades
terribles que debían ser curadas o extirpadas de raíz
Algunos ejemplos:
Locura.
El término locura hasta final del
siglo XIX se utilizaba para designar un comportamiento que rechazaba las normas
sociales establecidas.
En un mundo dominado por el sexo
masculino, no es de extrañar que en el siglo XIX los manicomios y sanatorios
mentales estuvieran llenos de mujeres. De hecho la locura era tan común que al
menor síntoma de que la mujer presentase “inquietud mental”, oposición o
desafío hacia su marido o padre, podría ser internada en una institución mental
de inmediato.
Esposos y padres utilizaron este
siniestro procedimiento para librarse de hijas solteronas, mujeres
desobedientes, librepensadoras, madres solteras o esposas con opinión propia.
Los vapores femeninos.
Una dolencia ambigua que solían
padecer con asiduidad las nuevas sufragistas del siglo XIX, un deseo por votar
democráticamente que fue visto como parte de un desorden nervioso propio de
enfermos mentales.
Su diagnóstico, un tanto difuso, comprendía todo tipo de desmayos, cambios de
humor y hasta el síndrome premenstrual. La cura para esta patología era reposo,
cama y sales aromáticas para reconfortar el espíritu.
Neurastenia.
La causa de esta enfermedad era
el nuevo y frenético ritmo de vida propio del siglo XIX, unas tensiones que
según los médicos, al sexo femenino le ocasionaba problemas por soportarlos. En
1829 la neurastenia era muy popular, y miles de mujeres fueron diagnosticadas
de ella, como la famosa escritora Virginia Woolf.
Su diagnóstico: cuadros de
ansiedad vaga, fatiga, depresión y palpitaciones.
La histeria.
La histeria, al igual que la neurastenia,
fue una de esas enfermedades causadas por las tensiones de la sociedad moderna,
la histeria provocaba trastornos de ansiedad, nerviosismo, deseo sexual,
lubricación vaginal e insomnio que eran “curados” gracias a un masaje genital
que sólo los médicos debían practicar.
Estos masajes pélvicos debían de
practicarse hasta que las pacientes alcanzaran el “paroxismo histérico”, una
serie de convulsiones seguidas de una gran relajación. Lo que hoy llamamos
orgasmo.
El mal de la bicicleta
Según Susan B. Anthony “ningún
objeto o invento de la historia había hecho tanto por la emancipación de la
mujer que la bicicleta”.
Para impedir la independencia de
la mujer y su creciente libertad, los médicos comenzaron inventaron síntomas
totalmente ridículos para hacer que se bajaran de las bicicletas y regresaran
al hogar.
Así pues el mal de la bicicleta
causaba agotamiento, insomnio, depresión, palpitaciones del corazón y la
llamada “cara de la bicicleta”, una enfermedad causada por la expresión de
torpeza que los ciclistas poseían mientras conducían.
La sobrecarga de emociones.
A mediados del siglo XX si eras mujer y te emocionabas con facilidad o tenías los nervios a flor de piel tu vida podía ser
un infierno. O más bien el remedio. Un médico llamado Walter Freeman, estableció
que la mejor manera de tratar a una mujer excesivamente emocional era cortar
sus nervios cerebrales.
Así en 1936, Freeman realizó su
primera lobotomía a un ama de casa convirtiéndola en una esposa dócil y
servicial. Tras ella, le siguieron muchas más.
El útero errante.
El mal del útero errante. Una
enfermedad causada por el desplazamiento interno del útero, cambiando la
presión interna del cuerpo y provocando vértigo, problemas de rodilla, dolor de
cabeza, somnolencia, irregularidades en el pulso, e incluso la muerte.
El tratamiento era tan variopinto
como la lista de síntomas, pudiendo curarse con estornudos que lo recolocaban,
sales aromáticas en los genitales femeninos, o el mejor remedio: tener un
embarazo.
(Imágenes y parte del texto, excepto
la introducción )
Fuente: http://allday.com/post/4373-female-illnesses-were-bizarre-in-the-19th-century-but-the-cures-were-even-weirder/