domingo, 3 de mayo de 2015

Sobre “Madres Amantísimas” y otras Falacias.


Destinadas “por naturaleza” a la maternidad, las mujeres han sido definidas históricamente en el “ser-para-otros”, frente al “ser-para-sí” característico del varón. A esto se añade la influencia de ese modelo sublimado de la madre que encarna la Virgen María. Desde el siglo XII, la tradición cristiana ha idolatrado la relación madre-hijo como una relación basada en el amor incondicional. Y no solo es un paradigma cristiano. En la Antigüedad existen varios ejemplos donde se resalta el valor de la abnegación del amor maternal, como en el juicio de Salomón y las dos madres que reclaman a un mismo hijo. 



La historia de Démeter y Perséfone que nos ofrece la mitología griega, tal vez sea la única que subvierte el orden claramente patriarcal en el que se basa esta mitología y nos cuenta otro modo de relación y de amor entre madre e hija, no muy frecuente, pues parece que el amor hacia los varones, es  decir, el edípico  es el  normal. 










Pero aparecen las madres malas. En la mitología, Medea es el ejemplo más sobresaliente de la madre mala. Una mujer que es capaz de matar a sus hijos como venganza contra el hombre que la abandona. Aunque, la historia está llena de “Medeos “que lo hacen con frecuencia y nadie se rasga las vestiduras. ¿Alguien le pide a los hombres que como padres posean valores como “la dedicación, el desvelo, el amor incondicional y  el sacrificio"?.No. Eso es cosa para las madres cuya  “maternidad” ha sido una construcción social edificada a lo largo de los siglos.







Agripina  es un ejemplo real de mala madre. Cuando a los 16 años Nerón fue nombrado emperador, utilizó a su hijo, con el que se dice que mantenía relaciones sexuales, para gobernar Roma.













Los ejemplos de las madres que se han bajado del pedestal de “madres amantísimas” que las constreñía como personas, es larga. Y generalmente lo sabemos por sus hijas que directamente o indirectamente nos lo han contado. Virginia Wolf en sus “Diarios” nos confiesa que nunca estuvo a solas con su madre y que nunca recibió por parte de ella muestras de cariño. 










También la madre es un personaje ineludible, en la vida de Marguerite Duras. El desamor maternal marcó toda su vida e hizo de ella un personaje controvertido. Es asombrosa y espeluznante la pasividad de la madre con respecto a la prostitución de la niña Marguerite  para salvar al hermano mayor  de sus deudas de juego. Quizá lo que  nos sacude, es el amor desmesurado de esa madre por su hijo y el desprecio absoluto por el de su hija.


La escritora Jeanette Winterson también nos ha retratado la relación con “sus madres”. Su madre adoptiva era tiránica, extravagante, depresiva y estaba obsesionada con el Apocalipsis. Guardaba un revólver en un cajón de trapos, cocinaba tartas cada noche para eludir el sexo conyugal y tenía dos dentaduras —una mate y otra perlada— que intercambiaba según las ocasiones. Una madre que la expulsó de casa cuando se enteró que Jeannette tenía una relación lésbica. Pero a la que a pesar de todo amaba, pues cuando conoció a  Ann, su madre biológica se sorprende detestando que critique a la señora Winterson. “Era un monstruo”, reconoce Jeannette, “pero era mi monstruo”.





También sabemos de estas “malas madres”por ellas mismas, como en el caso de Gala Dalí. La relación de Gala con su hija  Cécile era bien conocida por todos. Gala no sentía ningún afecto por su hija, nunca se ocupó de ella, ni tan siquiera se dignó a abrir la puerta cuando, en sus últimos días, Cécile se acercó a Púbol. Y son conocidas las palabras de Gala:”No me llames madre, llámame puta, llámame lo que quieras, pero no me llames madre”.






Resistir a la presión social de ser una madre perfecta es una tarea ardua. En la actualidad, las malas madres son la reacción a lo que se ha dado en llamar el New Momism, una corriente que algunos enmarcan en el posfeminismo y que describe la maternidad como “la cosa más importante que puede hacer una mujer”. Las defensoras del New Momism tienen un “ideal altamente romántico de la maternidad y aseguran que “el cerebro de la madre es genial y superior”, una tesis que defiende la periodista Katherine Ellison en su libro “La inteligencia Maternal. Cómo la maternidad nos hace más inteligentes”.Sin embargo, la blogosfera anglosajona lleva varios años llena de malas madres. El blog Her Bad Mother. El libro Scary Mommy con su “mirada honesta y de conmiseración” hacia la maternidad fue número uno en la lista de libros más vendidos de The New York Times. También se puede citar  como ejemplos exitosos, “El diario de la Madre Ninja” y “Maternidad sin censura”. En España la respuesta es más tímida pero  existe también el  “Club de Malas Madres”.  Todos estos movimientos en contra de la obligación de ser una madre perfecta, abrazan el siguiente mantra: “Nunca habrás tenido un jefe más desconsiderado que tu hijo”.