La violencia no solo actúa
directamente sobre los cuerpos, sino también en el terreno simbólico: el
imaginario publicitario, los juegos infantiles o el folclore son algunos de los
espacios en los que se re-escenifica día a día la violencia sexual.
Los
juegos intervienen en el desarrollo personal, relacional y social de niñas y
niños. Pero la publicidad presenta unos
modelos con comportamientos, actitudes y valores para ser mujer, y otros para ser
hombre, determinando un «modo de ser femenino» que presenta personas
obsesionadas por el cuerpo, la belleza, la ostentación y los abalorios,
maquillajes y peinados; propone actitudes competitivas de mujeres que buscan
ser admiradas y deseadas, aspirantes a encontrar el príncipe azul, induciendo
indirectamente el ser deseable, ser dependientes, manteniendo la mirada hacia
«ellos», un modo de ser femenino basado en modelos de «madre buena»,solícita,
cariñosa, cuidadora pero también esclava de su belleza y su bebé, pendiente de
que todo fluya en armonía, en un ambiente dulce, azucarado, suave.
A
la vez la publicidad presenta unos comportamientos, actitudes y valores para
ser hombre, determinando un modo de ser masculino, con juguetes que determinan
su identidad, determinando la forma de ser «más hombre» desde planteamientos
competitivos. Se les invita al riesgo, a la aventura, al poder y la fuerza.
Presenta modelos que luchan contra el mal desde comportamientos violentos,
actitudes que presentan como ideal ser autoritario, duro, insensible a los
sentimientos propios y ajenos y se facilita todo tipo de seres y enseres para
el combate.
Si
siguiéramos estos estereotipos las expectativas vitales de las Mujeres se reducirían al cuidado de lo doméstico, al matrimonio
como futuro, a ser «sexis» y guapas. Las presenta débiles, dependientes,
incompletas y sólo valiosas en función de gustar. Esta circunstancia no es
paralela en los anuncios para niños ya que aunque los excluyen de algunos
campos no lo plantean como dependencia ni deficiencia, simplemente en el mundo
masculino, no son considerados ni valorados.
Para
evitar la violencia latente y simbólica que generan los estereotipos machistas
existe un decálogo de juegos y juguetes no sexistas que conviene recordar:
1.
Los niños y las niñas aprenden jugando. El juego es libre y espontáneo. No hay
juguetes de niños o de niñas. Evita los que transmitan esta idea.
2.
No hay colores de niños o de niñas. Sólo etiquetas sociales que limitan la
creatividad.
3.
Intenta elegir juguetes que reflejen la diversidad de cada persona.
4.
Escoge juguetes que sean seguros, acordes con la edad y libres de prejuicios
sexistas.
5.
Elige juguetes que reúnan a niñas y niños cooperando y compartiendo espacios,
tanto públicos como domésticos. Les enseñarás a construir un mundo más libre e
igualitario.
6.
Busca juegos y juguetes que potencien la igualdad en la participación y el
desarrollo de sentimientos y afectos, sin diferenciación, en niñas y niños.
7.
Evita juguetes, juegos y videojuegos violentos.
8.
Educa para resolver problemas de forma positiva, constructiva y creativa.
9.
A veces la publicidad muestra imágenes y valores distintos de los que queremos
enseñarles.
10.
Busca libros, juegos, videojuegos y juguetes en los que se nombren y estén
presentes niñas y niños.
Fuente:
Instituto Andaluz de la Mujer