Teresa
de Cepeda y Ahumada (Ávila, 1515 – 1582). Mística, escritora y religiosa española. Después del
constante rechazo de la Iglesia Católica por su condición de mujer, «obstat
sexus», fue la primera mujer, junto con Catalina de Siena, reconocida como Doctora de la Iglesia. A los 16 años entró en
el convento de Santa María de Gracia, llevada por su padre a causa de sus malas
influencias, entre ellas la de una prima y de las exageradas lecturas de libros
de caballerías. A los 19 años, profesó en el convento de la Encarnación de
Ávila. Decidió reformar la orden del Carmelo. Fue la fundadora de las
carmelitas descalzas, cuya regla comprendía la obligación de la pobreza, de la
soledad y del silencio.
Defensora de la dignidad y de la independencia de las mujeres creó 17 convenios en España y dos colegios para la formación de las niñas. Supo hacerse un hueco en un siglo de hombres. Teresa de Cepeda no quiere que ningún hombre ejerza de superior en los conventos. Desea que las monjas sean independientes, autónomas, y de hecho, acaban eligiendo a sus superioras cada tres años, lo que supone una auténtica revolución. Teresa insta a sus comunidades de carmelitas a que envíen su opinión sobre las constituciones que quieren y ella escribe: "En nuestras cosas no hay que dar parte a los frailes". Quiere que sus monjas intervengan activamente en la elaboración de sus leyes. La clausura que exige la orden no es para que no puedan salir, sino para que nadie entre a gobernarlas. "Esto es lo que temen mis monjas: que han de venir prelados pesados que las abrumen mucho", escribe. La religiosa acusa a los sacerdotes de "malos cristianos" y "negros devotos" que "destruyen los conventos femeninos" por prohibir libros a las mujeres.
Defensora de la dignidad y de la independencia de las mujeres creó 17 convenios en España y dos colegios para la formación de las niñas. Supo hacerse un hueco en un siglo de hombres. Teresa de Cepeda no quiere que ningún hombre ejerza de superior en los conventos. Desea que las monjas sean independientes, autónomas, y de hecho, acaban eligiendo a sus superioras cada tres años, lo que supone una auténtica revolución. Teresa insta a sus comunidades de carmelitas a que envíen su opinión sobre las constituciones que quieren y ella escribe: "En nuestras cosas no hay que dar parte a los frailes". Quiere que sus monjas intervengan activamente en la elaboración de sus leyes. La clausura que exige la orden no es para que no puedan salir, sino para que nadie entre a gobernarlas. "Esto es lo que temen mis monjas: que han de venir prelados pesados que las abrumen mucho", escribe. La religiosa acusa a los sacerdotes de "malos cristianos" y "negros devotos" que "destruyen los conventos femeninos" por prohibir libros a las mujeres.
Era
una mujer que no tenía miedo a nada a
pesar de que sus obras fueron ampliamente censuradas y perseguidas. La
Inquisición mandó requisar su obra El libro de la Vida tras una denuncia que
puso la princesa de Éboli. También fue minuciosamente leído su libro “Las
moradas”. En 1578 una polémica con el padre Suárez, provincial de los Jesuitas,
y el nuncio redobló sus persecuciones hasta el punto de pretender destruir la
reforma, desterrando a los principales descalzos y confinando a Toledo a
Teresa, por él calificada de «fémina inquieta y andariega». En Sevilla un
confesor delató a la Inquisición las supuestas faltas de la priora de las
descalzas y de Teresa misma, sobre lo cual se formó un ruidoso expediente que
puso en claro la inocencia de ambas. Nada ni nadie pudo detener el ardor
místico de sus poesías ya que según decía era la Divinidad la que se las
inspiraba.
Junto con San Juan de la
Cruz, se considera a Teresa de Jesús la cumbre de la mística experimental
cristiana. Pasaba de los cuarenta y tres años cuando por vez primera vivió un
éxtasis. Sus visiones intelectuales se sucedieron sin interrupción durante los
años 1559 y 1561.Teresa es la Patrona de los escritores/as en lengua española