sábado, 3 de marzo de 2018

El Hombre juega,la Mujer trabaja



General las Mujeres tienen que aguantar la carga mental que supone estar pendiente de todas las tareas de su familia (planificarlas, coordinarlas, tomar decisiones…). Todos somos capaces de reconocer situaciones que están ligadas con este concepto, aunque no se le haya puesto nombre hasta hace poco tiempo. La ilustradora francesa Emma Clit fue una de las impulsoras del concepto carga mental a través de su cómic Me lo podrías haber pedido (aquí puedes leerlo español), en el que lo visibiliza con viñetas de escenas cotidianas que despiertan más de un “a mí me ha pasado lo mismo”.





La psicóloga Ana Kovacs explica que “es agotador y frustrante tener siempre presente en la cabeza la idea del ‘tengo que ocuparme yo". La actitud, la motivación, el cansancio y la manera personal de abordar las situaciones juegan un papel determinante a la hora de gestionar la carga mental. Tanto para ellas, como para ellos. En ese modo personal de abordarlo, Kovacs incide en que aún hoy existe un hándicap fundamental para las mujeres: “El modo de actuar de las personas es en gran parte heredado, de ahí que muchas mujeres asuman como propias las tareas de la casa y el cuidado de los hijos, les resulta extraño y poco común pensar en la posibilidad de compartirlo porque no lo han visto antes”.


La dedicación media diaria de las mujeres españolas a la casa y a los niños siempre es mayor, en todos los tipos hogares. Lo desvelan los últimos datos del INE, que se apoyan en la Encuesta del Empleo del Tiempo de 2010: en el caso de los hogares formados por una pareja e hijos, la dedicación de la mujer asciende a 4 horas y 45 minutos diarios y la de ellos, a 2 horas y 34 minutos. Esta diferencia de tiempo es casi la misma en el caso de las parejas sin hijos, en las que ellas invierten 4 horas y 37 minutos cada día y los hombres 2 horas y 34 minutos.




La carga mental puede considerarse un factor de riesgo para la salud. Según Kovacs, el mundo actual nos brinda “mayores recursos pero también más exigencias”. “Y nuestra capacidad sigue siendo, por el momento, limitada, por eso tenemos que cuidar nuestro recurso más valioso: nuestra salud mental”, afirma. 


Según un informe de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), el 48,7% de las mujeres sufre estrés frecuente, frente al 31,5 % de hombres.
Aunque cada hogar es un mundo distinto y no hay métodos infalibles para fomentar la conciliación, que los dos miembros de la pareja tengan responsabilidades es fundamental: “Cada vez que no dejamos espacio para que el otro actúe le impedimos hacer y lo descalificamos, lo ahogamos y lo despojamos de su valía”, dice Kovacs.
Además, es muy fácil que uno de los dos se acomode a la situación de que sea el otro quien soporte la carga mental del hogar, tal y como visibilizaba la ilustradora Clit con frases como “nunca me pediste que lavase los platos” o “si no lo he hecho es porque no me has pedido ayuda”.

La invisibilidad de la carga mental fomenta que muchas mujeres no lo contabilicen como trabajo, pero lo es. Y eso, sumado a las tareas remuneradas, al cuidado personal, a la formación, o al ocio es inasumible para una persona.
Kovacs advierte que muchas mujeres consideran que compartir las funciones de coordinar, pensar y tomar decisiones puede ser sinónimo de “pérdida de poder”, incluso se sienten culpables por no ocupar “el lugar principal”. Pero esas sensaciones hay que combatirlas con dos realidades: la primera, que somos limitadxs, y la segunda, que somos dos y que el hogar es de ambos.

Texto: Brenda Valverde